¿Qué tan persistente podía ser este bastardo? Zhang He Yuan comenzó a agitarse. Un robo a mano armada era un caso importante. Estaban en medio de la Secretaría de Seguridad Pública, por todos los cielos. Tarde o temprano, vendrían otros oficiales entrometidos para interrogar a las víctimas. Para entonces, sería demasiado tarde para cambiar el tema. Y lo atraparían en el acto.
—No, no, no… No puedo, en buena fe, darles más problemas. Sé que está intentando consolarme. Sé que todos los policías son buenas personas. Jamás dejaría que carguen con el peso de este pecado. ¿Cómo puedo hacerle eso a las personas que sacrifican sus vidas para proteger a la comunidad?
Sin importar lo que Zhang He Yuan hiciera para convencerlo, Zhang Yang sólo sacudía la cabeza de izquierda a derecha.
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