Alrededor de la rodilla derecha de Qin Chu había una cicatriz enorme... No era de extrañar que caminara más lento que de costumbre... Ella podía imaginarse qué tan grave había sido su lesión.
Huo Mian lloraba mientras levantaba una mano y le tocaba la herida.
—¿Por cuántas cirugías pasaste para que la cicatriz te quedara así? —dijo Huo Mian con la voz ronca.
—Fueron cuatro cirugías solamente, pero no fueron curativas... Tengo puestos siete clavos y, debido a que la rótula no se regenera, no tuve otra opción que intentar con toda la tecnología que había en los Estados Unidos. Aún así, mi rodilla nunca se pudo recuperar por completo... Fui básicamente una rata de laboratorio porque no había muchos casos similares —dijo Qin Chu mientras sonreía despreocupadamente.
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