—¡Qin Chu! ¡No tienes corazón! ¿Cómo puedes decir eso en un momento como este?
Al final, Huo Mian no lo pudo soportar y se desmoronó. Mientras lloraba golpeaba el pecho de Qin Chu. Pronto, su maquillaje se había corrido por todo su rostro. Igualmente estaba bien porque ella sabía que no tenía que ocultar sus emociones frente a él. Todo lo que tenía que hacer era ser ella misma. Cuando estaban juntos, ella no tenía que ser una buena hija, una hermana cariñosa o una madre atenta, tampoco era la omnipotente presidenta Huo ni la doctora genio. Cuando estaba con Qin Chu, solo tenía que ser Huo Mian.
Qin Chu abrazó a Huo Mian con fuerza y le besó la frente con dulzura. Estaba angustiado. Él sabía todo lo que ella había sufrido y ella sabía todo lo que él había sufrido.
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