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Sleipnir: El asesino de Wouters

¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar para salvar a la persona que amas? Tras recibir una serie de amenazas, Pool Renier tomará una decisión radical, permitir que la chica de sus sueños muera o sacrificar todo lo que posee para mantenerla a salvo. Un relato que enseña el verdadero rostro de la humanidad... ¿Cuál sería tu elección?

Svadilfari · Horror
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Introducción

El cerebro está lleno de fascinaciones, sin embargo, esas características no eximen el lado oscuro y tenebroso que habita en nosotros. La cordura es una delgada línea que después de cruzarse es imposible de retornar, transitamos el lapso obedeciendo reglas, encubriendo profundos anhelos, todo para complacer una sociedad que a la primera oportunidad te da la espalda.

Detrás de la bola de grasa que nos otorga la inteligencia se enclaustran misterios que a día de hoy no logran resolverse, factiblemente el más conocido sea la infatuación. Un sentimiento desarrollado para resetear la tristeza e inundarnos de alegría, no hay nada equivalente, regocijarse de eterna felicidad con la sutil presencia del prójimo, contrariamente, gran número de la población desconoce las consecuencias.

Ignorancia, la peor enfermedad, siempre al acecho de futuras presas, el modo de combatirla es a través de la lectura, una medicina que en el siglo XXI se estima obsoleta, no por su ineficacia, se debe al colosal descenso del bienestar interior, el cual mudó a un plano posterior, concentrándose de manera obsesiva en el aspecto físico.

Con una máscara en el rostro procuran pasar inadvertidos, ser ovejas de corral, no quieren destacar, se niegan a desilusionar su círculo parental, como implicación acaban defraudándose a sí mismos.

El control se adapta a las circunstancias. Afirmar que alguien actúa por naturaleza es un vil artificio, las acciones forjan al hombre y bajo tal contexto es innegable aceptar que los puros de corazón ostentan monstruos en las entrañas, sólo se requiere de un pequeño empujón para liberar tu versión peyorativa. Médicos, abogados o arquitectos, la profesión no evita el camino hacia la locura, inclusive un ilustre psicólogo puede culminar encerrado en la psiquiatría.

El diablo es real, la religión no se equivoca, el infierno jamás fue una fantasía, hacemos parte de él, lo llamamos hogar e incluso adquirimos el descaro de traer retoños para que perdure el sufrimiento y agonía.

A lo largo de mi carrera he sido testigo del poder contenido en los estímulos, propulsiones generadas por las células nerviosas de mayor longevidad, efectos heredados de los neandertales.

En un momento considerarás el suicidio como vía de salvación, es inverosímil ocultarlo, lentamente se acogió un pensamiento de reserva, añorar en sosiego, cada deseo se disfrazó mediante hobbies. Bailar, cantar o dibujar, ejercicios comunes, pasatiempos inocentes que no provocan quebrantos, no obstante, es una falsedad. Africano, europeo o americano, sin importar el lugar de origen somos impulsados en la búsqueda de ventura, la emoción crece, cada centuria porta consigo una serie de comportamientos acordes al medio que reside.

La razón, la única diferencia que disfrutamos con los demás animales, quizá figure como una discrepancia substancial, empero, resulta diminuta, equivaliendo al uno por ciento del genoma, lo suficiente para conferir la habilidad de componer música o crear poemas.

El término "salvaje" se traduce de forma errónea, se coliga con la violencia causada por bestias, en contraste, utilizan la palabra "humanidad" para describir lo opuesto. Una falencia transcendental al contabilizar los vejámenes promovidos por los que se autodenominan sensibles. Es probable que las masas se opongan a dicha comprensión, por desgracia, no es posible defenderse, la cacería empleada por leones, cocodrilos o hienas se basa en alimentación… Nosotros en cambio demandamos placer.

La evolución ha demostrado que el ácido desoxirribonucleico comete fallas en la secuencia, no subsiste ADN perfecto, que carezca de fragilidad contra virus o bacterias, esas pifias explicarían el gravísimo yerro ejecutado por el nacimiento del Homo Sapiens.

Nada evidencia la manipulación mental, dado a su utopía.

El bien y el mal son vocablos subjetivos, varían de acuerdo a la perspectiva, un torero es divisado con semblante asesino al librar el paso en el coliseo, en contraparte, el carnicero encuentra la aprobación de la ciudad vendiendo carne de la mencionada víctima, las urbes inventaron las obras correctas e incorrectas con el uso de la moral, el decoroso ego expuesto por hipócritas.

La concepción permanece callada, sepultada en una fracción de difícil acceso, una prisión, la demencia es arrinconada en una penitenciaria ubicada en la zona inferior de los sesos, sitio en que yace la subconsciencia, el piloto automático diseñado para desempeñar ordenes sin necesidad de recibirlas. Es asombrosa la facilidad con la que se desata la esquizofrenia, un alud de delirio que demuela la voluntad de incautos niños que saborean la puericia o ancianos que beben té.

La vulnerabilidad no desaparece.

No se ha producido una cura para el desvarío, los especialistas lo repelen con medicamentos, aunque no se garantice su recuperación.

Lisa es un maravilloso ejemplo, personificación de la paranoia en los griegos, una diosa con la facultad de destruir el juicio de los adversarios, el vivo retrato del demonio escondido en el espíritu, no regodea de relucientes ojos o serpientes en el cráneo, pero sin duda es un engendro al que conviene tratar con respeto.

Los límites son cruciales y gozan de mucha cuantía, en caso de no seguirlos te guiarán por rumbos desolados plagados de obstáculos, enigmas y aberraciones que no se observan ni siquiera en espejismos. La obnubilación es extraordinaria, cada semana vislumbramos centenares de diagnósticos nuevos, coyunturas que adquieren cotidianidad, mientras no se despejen las vistas, las secuelas serán calamitosas.

La confianza se extinguió, en la actualidad se desconfía del vecino, en la familia falleció la lealtad, por lo general es la médula de los crímenes finalizados en ríos de impunidad, los tribunales derrochan corrupción, los jueces son incompetentes, permitiendo ojear el génesis de una moderna deidad, el dinero.

La repercusión ejercida ante la falta de seguridad se eleva a las nubes.

Agarra un quechemar��n, dirígete a mar abierto y márchate sin meditar, con suerte evadirás la pandemia que se esparce por el planeta, una catástrofe superior a la muerte negra, la infección idónea para despedazar la corteza de la sabiduría.

El enfrentamiento se amplia por el horizonte, visitando territorios inexplorados que convierten la vida en un experimento social que arrojará una conclusión pavorosa.

Fragmento tomado del texto: «Análisis sociológico de la conducta humana».

Dr. Pierre Bertignac, neurólogo del Namur Englert Universite.