webnovel

Chrysot

El sol ya estaba punto de salir detrás de la montaña y yo seguía caminando, nunca me detuve, solo camine sin un rumbo fijo, pensaba en alejarme de ellos… no, debía de alejarme de ellos. En el estado en que me encontraba los ponía en peligro a todos.

-Sigue caminando, solo sigue caminando - me repetía lo mismo una y otra vez.

Sabía que tendría que hacer eso un día, pero no pensé que sería tan difícil. En especial alejarme de ella.

-Tengo que seguir caminando, así ellos no trataran de buscarme – pensé de nuevo.

Camine hasta que el sueño parecía vencerme, trepe a un árbol y me quede dormido.

No sé cuánto tiempo dormí, una hora o dos quizás. Baje del árbol y seguí caminando hasta encontrar una pequeña cueva, me recordaba a aquella cueva en donde encontramos las armas, donde Alexa me había dado esa espada tan grande.

Llevaba esa espada atada a mi cinturón solo que sin funda, por lo que tenía cuidado al caminar. Tome la espada en mis manos, se veía antigua, no tomó brillo aunque traté de pulirla.

-¿Qué hacían estas armas ahí? Nadie en su sano juicio dejaría estas armas abandonadas en una cueva, pero tampoco había cadáveres ahí. Lo más extraño es la espada de Alexa, es como si no quisiera que la encontraran… o como si solo alguien como ella pudiera hacerlo – pensé recordando lo extraño que había sido.

Saque mis dos espadas y las compare con la que Alexa me había dado. Esa espada era más grande, pero más ligera. Era extraño, debían de estar hechas de otro material, las dos espadas eran iguales, se podría decir que eran gemelas, pero su color era distinto. Una seguía siendo dorada, pero la otra se había vuelto casi negra por un tiempo, pero ahora tenía un color más claro.

-No me había puesto a pensar en esto, pero… ¿Por qué el señor Takeshi tendría algo así? ¿Por qué me enseño tantas cosas? ¿Él sabía que pasaría por todo esto un día? – pensé recordando todo lo que había vivido hasta ahora.

Sentía que la cabeza me daba vueltas, tal vez por pensar tanto o por el sueño. Afuera aún estaba claro, pero me dormí.

Cuando desperté lo único que pude ver era la obscuridad de la cueva, me hizo sentir más solo de lo que ya estaba. Antes, al despertar, solía ver el cielo a través de las ramas de los árboles y después siempre despertaba a los demás, ahora tenía que seguir caminando para alejarme de ellos y ponerlos a salvo.

Salí de la cueva aun cansado y seguí caminando.

Esa fue mi rutina por varios días, solo caminar, detenerme a cazar o recolectar algo para comer, buscar un refugio y dormir, hasta que consideré que estaría lo suficientemente lejos de ellos para establecerme en un lugar.

Tarde unos días en construir un lugar que serviría como campamento y use esos días para reunir fuerza para el entrenamiento que intentaría hacer.

Sabía cuál era el problema, pero no tenía idea de cómo poder solucionarlo.

-La ira es el detonante de ese poder, cuando me siento así es cuando pierdo el control. Tratar de controlarme no servirá de nada, ese sentimiento siempre estará ahí por más que trate de olvidarlo. Tal vez debería de sacar todo de una vez y esperar si eso funciona – pensé mientras estaba meditando sentado en el pasto.

Me puse de pie y cerré los ojos, recordé el momento cuando vi a Apollyon manchado de sangre, había pasado bastante tiempo pero aun podía recordar todo como si lo estuviera viendo. En un instante supe que había perdido el control, sentí como si de nuevo unas cadenas me ataran y solo pude dejar que toda esa ira fluyera.

Pasaron unos cuantos minutos hasta que volví a recuperar la conciencia, todo a mí alrededor estaba destruido, los pocos arbustos que había cerca estaban ardiendo en llamas negras, las rocas se habían roto y partes del suelo estaban agrietadas. Por suerte había elegido una zona donde no hubiera animales ni arboles cerca para hacerlo o de verdad habría hecho un gran desastre.

Unos segundos después sentí un dolor punzante en todo mi cuerpo, tenía varias heridas aunque nadie me había atacado, era en verdad extraño.

-Lo que dijo Euronymous es verdad, este poder solo lastima mi cuerpo, pero antes no había pasado esto ¿es porque intente usarlo de manera consiente? – pensé pero el dolor lo hacía difícil.

Intente seguir pensado sobre eso, pero tenía que tratarme las heridas. Por suerte aún tenía esa cosa como masa dorada, aun no sabía que era o como se llamaba, pero curaba mis heridas en poco tiempo.

Regresé a mi campamento y comí un poco, pero entonces me di cuenta de algo preocupante. Las reservas que tenía para curarme eran muy pocas. Cuando abandone a los demás, les dejé la mayoría de la comida y cosas para curarse.

-Debo tener cuidado con herirme en los entrenamientos, si me pasa algo grave es muy probable que muera después de un tiempo – pensé al ver las pocas raciones que tenía.

Comí un poco de esa cosa dorada y el dolor empezó a disminuir rápidamente.

Mi plan no había funcionado, así que debía pensar en algo diferente.

Estuve pensando que hacer por un par de días, mientras tanto seguía tratando de cazar algo grande para tener comida de reserva. Finalmente cacé un ciervo adulto, uno muy grande, no fue nada fácil incluso con la ayuda de todas las trampas que había puesto.

Ahumé la carne como el señor Takeshi me había enseñado y de nuevo las dudas me asaltaron.

-¿Quién era en realidad el señor Takeshi? – me pregunté.

No tenía respuesta para eso, pero algo dentro de mí me decía que la respuesta era muy complicada como para saberla en este momento, tenía que aprender más cosas de este mundo antes de eso.

Una vez que me sentí preparado intente entrenar de nuevo. Estaba a punto de comenzar cuando recordé la primera vez que use ese poder, en ese momento escuche una voz que no parecía la de una persona, también ese par de ojos dorados.

-¿Acaso… esa voz… es el dueño de ese poder? – pensé algo sorprendido.

Esa teoría encendió mi mente. Las probabilidades eran muy altas, por no decir que era la única posibilidad. Pero había algo que no encajaba.

-Si es eso cierto ¿Por qué no he vuelto a escuchar esa voz? ¿Por qué, a pesar de usar ese poder tantas veces, no he escuchado de nuevo esa voz? – las preguntas solo se acumulaban en mi cabeza.

Tuve una idea que tal vez podría darme las respuestas, pero era arriesgado, pues tendría que concentrarme mucho y estar en un solo lugar por bastante tiempo.

Me levante apresurado buscando un lugar donde podría hacer eso. Busque alrededor de una hora cuando encontré una pequeña entrada a una cueva, parecía pequeña pero aun así entre a explorar. Avance un poco a rastras, hasta que llegue a una enorme cueva, este era el lugar para poner en marcha mi plan.

Bloque la pequeña entrada con varias rocas para evitar que cualquier cosa entrara. Me senté en el suelo húmedo con las piernas cruzadas y cerrando mis ojos traté de meditar un poco.

El señor Takeshi me enseño que meditar puede enseñarte cosas de ti que aun desconocías, el principio creí que era una tontería, pero después comprendí que muchas veces meditar te ayuda a encontrar respuestas a cosas que pensaba que no entendería.

Ahora tenía que enfocarme en algo específico, enfocar toda mi mente, incluso intentar poner todo mi poder en ello.

-Esa voz… el dueño de esa voz… los ojos de reptil… el medallón en forma de dragón… - varias cosas pasaban en mi mente sin que yo estuviera pensando, en ese instante sentí el mismo poder que cuando perdía el control, solo que esta vez trate de contrarrestarlo con mi propio poder.

Sentí como si mi cuerpo se hubiera entumecido, como si mi mente se desprendiera de mi cuerpo. Abrí mis y al parecer estaba en la misma cueva, solo que ahora estaba iluminado por una tenue luz dorada, no sabía de donde venía la luz, era como si el lugar estuviera lleno de esa luz.

La luz era tan tenue que apenas si se podía ver algunas siluetas. Pude distinguir una gran sombra delante de mí, al principio creí que solo se trataba de una enorme roca, pero me di cuenta que se movía, como si respirara.

-¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? – pensé asustado.

Hice que mis manos se cubrieran por esa extraña luz azul, pero no era suficiente para poder ver esa silueta, tenía que usar eso que había estado perfeccionando desde hace un tiempo a escondidas.

Puse mis manos a la altura del pecho, las junté un poco mientras las mantenía extendidas. Poco a poco la energía empezó a acumularse entre mis manos, haciéndose cada vez más grande, hasta el punto que era más grande que una pelota de beisbol. A pesar del tamaño, hacer eso me dejo agotado, aunque parecía que era algo increíble solo se trataba de una especie de bombilla sin ninguna cualidad ofensiva. La razón por la que trataba de perfeccionarlo era para darle un uso ofensivo, pero por más que intentaba nada pasaba, bueno, solo en una cosa era efectiva.

Su luz era intensa, tanto que mirarla fijamente lastimaba los ojos, incluso solo teniéndola enfrente. Levante mi mano y la luz inundo la cueva, revelando la enorme figura que tenía enfrente.

Era la piel escamosa de un reptil, de color dorado, cada escama parecía estar hecha del oro más fino, dos cuernos sobresalían del cuerpo enroscado, parecían pequeños pero deberían de ser solo la parte que era visible.

Estaba tan asombrado que no podía moverme, no sabía que era lo que tenía enfrente, solo de una cosa estaba seguro, el cuerpo irradiaba poder, un gran poder. Al principio pensé que él cuerpo que tenía enfrente era el dueño de la voz que había escuchado, pero este poder era muy diferente. No era un poder violento, sediento de sangre y sin control.

Este poder era tranquilo, cálido, apacible, pero tan grande que se sentía como si fuera una niebla espesa. En ese momento me di cuenta, no era una tenue luz lo que había en la cueva, era el poder que él emanaba.

El cuerpo se empezó a mover, en ese instante un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Apenas se movió un poco pude ver que tenía un cuello largo y musculoso, dos pares de patas se estiraron, al igual que un par de alas gigantescas, como si estuviera despertando de un largo sueño. Los cuernos se empezaron a mover hacia enfrente, revelando un gran rostro de reptil.

El hocico era alargo, tenía pequeñas protuberancias a lo largo de la nariz y los ojos, los cuernos eran largos y curvados hacia la parte de atrás, las grandes escamas de su cuerpo pasaron a hacerse mas final a medidas que se acercaban a su cabeza.

Me quede admirado por lo que tenía enfrente, era algo que jamás pensé que vería, algo que me pareció hermoso y atemorizante a la vez.

-Un dragón - dije apenas con un hilo de voz.

En ese momento los ojos se abrieron, eran dorados, los mismos que había visto hace varios meses. Me quedaron viendo fijamente, examinando la situación.

-No soy un dragón. Esta es la forma en que a los largo de los siglos me han estado representando, tanto dioses como humanos – dijo el dragón, su voz era ronca y parecía muy antigua, la misma voz que había escuchado antes.

-E… eres dorado… un resplandeciente… - dije apenas sacando las palabras de mi boca.

En ese momento lo recordé, lo que había dicho esa dríada.

-Apollyon fue derrotado y encerrado por un Dios que resplandecía en una luz dorada. Él dijo que esa forma era una representación que los dioses y humanos le habían dado. Entonces… él es… - pensé al unir lo que había escuchado antes.

-¿Tu… fuiste quien derroto a Apollyon? ¿Eres ese Dios? – pregunté asustado.

Hubo un pequeño brillo es sus ojos.

-Veo que conoces ese nombre, hace siglos que no lo había escuchado. Yo fui quien lo venció hace milenios, aunque no hay quien recuerde eso… me sorprende que tú lo sepas – dijo él.

No estaba seguro de lo que hablaba, perecía como si hubiera un eco en su voz, solo que el eco parecía diferente a lo que escuchaba, como si estuviera en otro idioma.

-Veo que puedes entenderme, eso realmente me sorprende… que seas capaz de entender el lenguaje de los dioses antiguos – dijo de nuevo.

-¡¿El lenguaje de los dioses?! – pensé aterrado.

-¡¿De… de que estas hablando?! – dije casi en pánico por lo que pasaba.

Mi voz era diferente, no estaba hablando de manera normal, era la misma forma en la que él hablaba. Estaba asustado, pero debía de calmarme para poder hablar con él. Inhalé profundamente y seguí hablando.

-No entiendo de lo que estás hablando, pero quería poder hablar contigo. Hay muchas cosas que quiero saber – dije cada vez más calmado.

-Sorprendente. Incluso un dios temblaría ante mí, tú debes ser realmente valiente o demasiado estúpido – dijo el, al parecer no esperaba que me calmara tan rápido. Estaba agradecido por el entrenamiento que me había dado el señor Takeshi para poder tranquilizarme.

-Puede que sea un poco de ambas. Pero ahora tengo que preguntar ¿Eres tu quien me hablo hace tiempo? ¿Eres el dueño de este collar? - dije eso levantando el collar que me había dado el señor Takeshi.

Al verlo el dragón mostro una cara de disgusto que hizo que mi cuerpo se estremeciera.

-Ese maldito amuleto. Pensé que morirías esa vez, y eso había caído en manos de algún grupo de semidioses. Su maldición se activó muchas veces desde entonces, no pensé que usarías tantas veces el poder de la maldición y seguirías con vida – dijo el disgustado.

-¡¿Ma… Maldición?! – pregunté asustado

-¿Entonces ese poder es una maldición? ¡¿Por eso mi cuerpo se daña cada vez que lo uso?! – pensé a escucharlo.

Mi mente estaba por explotar, no encontraba alguna explicación aun sabiendo que todo encajaba.

-Tú no pareces ser un semidiós, puedo sentir un olor familiar en ti, el de un dios antiguo. Aun siendo así, no puedo permitir que sigas usando ese poder a tu antojo.

-¡Espera! ¡¿Un dios antiguo?! ¡¿Quién eres?! – pregunté asustado de nuevo.

-No tengo nombre… jamás necesite uno – respondió el de inmediato.

El dragón se estaba irguiendo, como si estuviera listo para algo. Tenía que distraerlo.

-Chryso Theó Draco – esas palabras fluyeron en mi mente, no sabía en qué idioma era, pero sabía lo que significaba.

-Dios dragón dorado… Chrysot – dije de pronto.

Mi voz no fue muy fuerte, pero parece que él logro escucharla.

-¿Qué dijiste? – preguntó el, de nuevo disgustado.

-Tu nombre… si no tienes uno, puedes llamarte Chrysot… Chryso Theó Draco – dije tratando de ganar algo de tiempo y pensar en algo para salir de ahí.

Sin querer ya lo había nombrado. Chrysot azotó una de sus patas delanteras en el suelo tan fuerte que la cueva entera tembló.

-¡No necesito un nombre tan absurdo y menos uno dado por un mortal! – dijo el enojado.

Parecía realmente molesto y listo para atacar.

Abrió sus fauces y estas se iluminaron de un color carmesí.

-¡Maldición! – pensé en ese momento, sabía que me atacaría.

Cambié la esfera a mi mano izquierda y concentré todo el poder que tenía en la derecha. Al segundo que de sus fauces salían llamas carmesí lancé todo mi poder como lo había hecho antes. Una fuerte ráfaga de aire fluyó directo hacia las llamas.

Por un segundo las llamas y el viento quedaron inmóviles, pero mi ataque rápidamente fue cediendo terreno, incluso esforzándome al máximo no podía hacer que las llamas se detuvieran.

Las llamas estaban a solo unos metros y mí poder ya no daba para más. Crucé mis brazos frente a mí usando el poco poder que me quedaba. Las llamas finalmente me alcanzaron y pensé que moriría.

El calor era muy intenso, pero las llamas no me habían tocado. Algo brillante, de color azul, formaba una esfera alrededor de mí, como si fuera un gigantesco escudo. Pero había agotado todo mi poder y ahora estaba indefenso.

-No esperaba que sobrevivieras, pero parece que ya no te queda poder. No te preocupes, tu muerte será rápida, sin dolor – dijo el calmado pero era claro que seguir molesto.

Chrysot respiró profundo, preparándose para la siguiente llamarada. Yo no podía hacer nada usando solo la fuerza de mi cuerpo, no contra él. Recordé que tenía la esfera de luz aun en mi mano, era la única esperanza que tenía.

-Yo… ¡Yo no pienso morir aquí! – grité tratando de sonar valiente.

Lancé la esfera directo a los ojos de Chrysot. Al parecer él lo tomó como una broma, como algo ridículo.

Antes de que la esfera lo tocara cubrí mis ojos lo mejor que pude con mis brazos, esperando la otra cualidad que tenía la esfera. Una potente luz estallo en ese instante, fue tan fuerte que pude notarla aun con los ojos cubiertos. En ese momento se escuchó un terrible rugido.

Cuando baje mis brazos estaba en la misma cueva, solo que esta vez estaba completamente obscuro, no había nada enfrente de mí y no podía sentir el poder de Chrysot.

-¡Maldito mortal, eres el primero que se burla de mí! Es una lástima que no pueda usar mi poder más allá del espacio en el que estábamos. Es mejor que no vuelvas a hacer eso, de lo contrario esta vez te mataré – dijo Chrysot.

Estaba buscando de donde venía esa voz, venia directo del collar que tenía colgando en mi cuello.

-Solo loco volvería a hacer eso – dije eso casi temblando de miedo pues no podía hacer nada contra su poder.

-Lo que paso… ¿Fue un sueño o de verdad pasó? ¿De qué espacio estaba hablando? ­pensé recordando todo.

-Entonces ese poder es una maldición… es por eso que no puedo controlarlo. No debo de usarlo de nuevo, pero por lo menos sé que ahora hay un motivo. Ahora sé que puedo dejar de usar ese poder a voluntad, aunque tardaré en aprender cómo hacerlo – dije pensando en voz alta.

Ahora estaba motivado, al parecer podía aprender a dejar de activar esa maldición, pero para hacerlo debía de saber que la activaba, al menos ahora tenía una esperanza.

-Puedo lograrlo… puedo controlarlo. Pronto volveré con ustedes – dije apretando mis puños con fuerza. Ahora estaba tan motivado como cuando me puse como meta derrotar al señor Takeshi por primera vez.

Hola ¿Como están?

Aqui de nuevo les traigo otro capítulo semanal.

Espero que les haya gustado este fragmento del personaje de Chrysot, creanme que es bastante importante y entre más avance la historia se darán cuenta.

Por cierto... por primera vez estoy usando la opcion de programar la publicacion del capitulo ya que mañana... bueno... hoy voy a estar bastante ocupado.

Pero solo será esta vez... espero

y sin más que decir...

¡Gracias por leer!

Jeff_Najeracreators' thoughts