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003

A pesar de su mal estado, miraba a su alrededor y evitaba caer al suelo e incluso se apoyaba en su espada como si fuese una muleta, nunca cedería ante los apóstoles, preferiría morir a manos de los nobles que dar su vida en una batalla contra esas cosas y no es como si se rindiera ante los nobles. De todas formas no sería una muerte demasiado humillante. Pero gracias a algunas bestias puras pudo hacerles frente. No entendía de donde había salido aquel apóstol antiguo pero debía acabar con él, no sólo por Ray, sino también por su venganza. Quería hacerlo sufrir y enviar un mensaje con él a los demás apóstoles.

Estaba buscando desde hacía dos horas y lo único que encontraba era aquellos miserables lacayos que no servían para nada, por lo que se encargo de llevarlos al infierno sin antes devolverles el favor por sus servicios prestados. En resumen, los torturó hasta que derramaran la última gota de sangre por su causa. Incluso había un camino de chascos de sangre y vi eras detrás suyo, por todo lo que estaba haciendo pensó que quizás no era necesario meter a Ray en aquello, pero a la vez también sabía que era mucho mejor dejarla a su lado para llegar hasta la persona que había vuelto a la vida y que tanto estaba buscando.

Aún estaba dudando, pero no lo hacía cuando esas cosas se abalanzaban hacia el y este los acababa con cortes rápidos y laterales, buscando una mínima abertura en los cuerpos y ataques de aquellos para acabarlos de un tajo y dejarlos sufrir por su espada y dagas.

"—Me gusta esa apariencia..." fue lo que dijo ella cuando descubrió quien era. Sino fuese una apariencia maldita, estaba seguro de que podía ser algo digno de su admiración, a pesar de ello, aquella persona se encargó de marcar lo que le faltaba, como su brazo y pierna derecha. Aunque también le faltaba un ojo, que era el izquierdo, jamás supo la razón por la que este fue regresado, ¿debía mantener esa apariencia y dejar de gastar maná por tratar de parecer otra persona?

De nuevo aquellas palabras se volvieron a escuchar como un eco por toda su cabeza, y sintió una punzada en el pecho. Ya no tenía sentido mantener la apariencia anterior. Además de que aquella se había convertido en caza desde que logró escapar de las garras de la bestia.

Le daría una oportunidad y haría que Ray se sintiera más cómoda con él, después de todo, ella se había encargado de curarlo una vez. Quizás aquello no era tan malo después de todo.

Noto en su andar que estaba llegando al lugar de la bestia que acechaba a Ray, pero antes d que pudiera hacer algo, unos tentáculos con una gruesa capa de piel salió de la parte de abajo, del suelo, emergiendo como una amenazante y aplastante coincidencia. Logró clavar su espada en parte de la corteza de la piel, pero no bastó para detenerla, por lo que fue lanzado a otra parte del terreno. Tosiendo con dificultad y derramado sangre con saliva en su mano y ropas.

—Me has quitado la oportunidad de atrapar a mi presa... Eres un humano mal educado.

La voz de la criatura era gutural y sumamente profunda.

—Marclariette es mía... No te vuelvas a interponer entre mi propiedad y yo...

—Ray no le pertenece a nadie, así que no molestes viejo...

Aquella cosa huesuda pero con algunas extremidades carnales se acerca a él para seguir amedrentándolo pero Gael se defendía a capa y espada. Hasta que un olor a frutas y flores tropicales inundó el ambiente, haciendo que los deseos sexuales de aquella cosa despertaran, y rápidamente el miembro de aquello se levantara y tomará vida, palpitando en busca de aquel olor. Ver aquello era desagradable, ¿Cómo ella pudo soportar tales cosas?

—Gael... ¡Gael! ¿Estas bien?

—¡¿Qué haces aquí?!... ¿No le dije a Liebestraum que se quedara contigo?...

—Bueno al parecer fue por medicina ya que una "cosa" me había aruñado...

—Ya veo...

Aquella chica se acerco a él aún ignorando a aquella bestia, tocó suavemente su rostro y agradeció sólo moviendo sus labios. Luego le arrebató el corazón con un pequeño beso en la frente y también tomó aquella pesada espada, como si fuese un pedazo de cartón.

—Me encargaré de él yo misma... No te preocupes.

Se aferro a una espada que no era la suya, sabía que tenía las de perder dado que aquel pedazo de hierro a comparación del tamaño notable de la joven. Pero, era increíble que pudiera sostener aquella cosa sin quejarse. Igualmente si pudiera hacerlo no lo haría en esos momentos.

La criatura de metros de alto se gira hacia ella haciendo ruido por sus partes oxidadas que estuvieron inmóviles durante mucho tiempo.

—Tiempo sin verte...

—Lo mismo digo... ¿Había necesidad de atacarlo?

—Todos los que están a tu alrededor, mancilla tu pureza. El que debería estar contigo todo el tiempo y dejar una marca en ti, siempre debo ser yo.

Eso le molestó. No era nada suyo, en especial porque ella era una noble en un pedestal demasiado alto para él. Pero la forma en la que se refería a ella, era como si simplemente fuese una muñeca sexual. Eso le asqueaba. Por ello se levanta con rapidez pero tan rápido como lo hizo, ella ya estaba frente a él partiendo una de sus miles ramas gruesas de espinos y rozando la piel de su pata delantera, pero ella se movía tan rápido y predecía los ademanes de aquella bestia. Ray ya sabía de antemano sus movimientos, los sabía de memoria.

—Permíteme tomar tu furia y hacerla mía. Compartimos un destino maldito así que no hay porqué negarse.

La bestia lanzó un rugido combinado con un grito de furia hacia Marclariette, ella no dudo en avanzar a pesar de los golpes que le lanzaba la criatura, algunos la hacían retroceder, otros se clavaban en sus brazos y perforaban completamente sus extremidades, pero ella se veía como él, era un reflejo delicado de lo que el hacía, y obviamente no le gustaba, Ray no debía pelear así, sabía que tenía resentimiento pero eso no era suficiente, iba a romperse, como la muñeca de porcelana que era. ¿Ella era así? ¿Por qué quería detenerla cuando ciertamente desde el principio no le gustaba estar a su lado? Pero si la dejaba, su furia se convertiría en una muerte injustificada, y ella no debía morir así, debía morir de vieja, en una cama rodeada por sus nietos e hijos.

La sangre de aquella mujer salpicaba encima suyo, estaba claro que tenía las de perder, pero sus gritos eran de ira pura. Estaba claro que no se detendría hasta acabar con aquella cosa, y viendo que esos dos tenían un odio profundo hacia el otro, era mejor que alguien los detuviera, porque si Ray se equivocaba, acabaría muerta. Y él no quería eso. Suficientes muertes había presenciado en su vida como para ver otra más y sin razón alguna.

—¡¡Ray!!

¿Ray? ¿Quién era capaz de llamarla Ray a esas alturas de la vida?... Solo... Su familia. Sin embargo, aquel llamado la había distraído tremendamente, y aquella cosa ya la había atrapado.

Maldijo para sí misma, mientras era envuelta entre las ramas de espinas y las garras de aquella cosa.

—Siempre me das un dolor de cabeza. Oye, forastero, ¿alguna vez has visto a alguien cercano ser forzado de distintas maneras?

—N-no te atrevas... —intentaba decir Ray mientras se revolvía entre las ramas que la capturaban.

—Tú... Maldito... Si le tocas, te juro que te acabaré...

¿Desde cuando se volvió tan...? Bueno, se lo iba a agradecer después... ¡De acabar con su tormento!

—¿por donde empezamos, princesa?

—¡Púdrete!

Gael lanzó una de sus flechas a través de la ballesta incrustada en su brazo, pegándole justo en el miembro que estaba expuesto y dispuesto a penetrar a la joven de cabellos blancos. Mientras que ella misma sacaba su preciosa daga y cortaba de un tajo todo aquello que la ataba, antes de caer de rodillas y seguir defendiéndose con gran agilidad y precisión. Sin embargo, no se dio cuenta cuando Gael se le unió en la batalla y antes de que piense en quejarse.

—No quiero que mueras frente a mi, así que asegúrate de acabar con esta cosa antes de que eso o algo peor suceda—dijo en un tono que parecía un regaño.

Ray sonrió. Inconsciente de que podía hacerlo en aquellas circunstancias. El silencio los rodeó a los dos, y de inmediato arremetieron contra los intentos de asesinato de aquel monstruo, a duras penas logró detener el poder vital de "eso" lo que le daría un año y poco más para estar en paz.

—No imaginé que la tragedia podría... Unirnos tanto...

—No digas estupideces.

—Lo siento.

Gael suspiro y se apoyó del tronco detrás suyo, cerró los ojos y se dispuso a descansar un poco, antes de sacar alguna medicina.

—¿Pensabas hacer esto sola?

—¿Otra vez?

—¿Cuándo te reclamé? Mira no es de mi incumbencia, pero ¿y si esa cosa te hacia lo mismo? Una y otra vez, estarías sola, ¿no te hubieras rendido?

—Si... Pero... Siempre me salgo de este aprieto, así que no importa mucho....

—Ray, eres tonta.

—¡¿Qué?!

—Eres tonta. Ni siquiera se te ocurra hacer esto de nuevo. No te lo permitiré, ¿sabes cuánto se preocupan los demás por ti? ¿Acaso tomas en cuenta eso?

—Eso no tiene nada que ver contigo.

Eso era cierto. No tenía nada que ver.

Nada que ver... Pero, sus recuerdos y el sufrimiento de los suyos, aquella vez, le impedían no hacerle caso. Debía detenerla si planeaba hacer alguna locura. Ray era como un reflejo de Ophelia, su esposa y en parte de Laura, su pequeña hija. El mal temperamento le recordaba a su hijo, quizás, Krasis. Y... Quizás su furia pura era el más puro reflejo de él mismo. Poco entendía sobre lo que le había pasado, quizás no entendía la gravedad de ello, pero claro que entendía su dolor. Compartían el mismo dolor y tenerla era un consuelo, aunque no debía transformarse en amor, ¿o si?

—Ray. Soy un hombre terco y obstinado. Soy incapaz de entender a los demás, pero me preocupo por los míos.

Los ojos de la chica estaban incrédulos. No podía creer lo que estaba escuchando, tampoco entendía qué era lo que él mismo estaba diciendo. Pero era completamente real. A Liebestraum lo veía como un compañero de trabajo, uno más que llevaba descarriados a través del camino de la vida y en cuanto vio a Ray pelear con uñas y dientes descubrió que también era parte de ese pequeño grupo, sin embargo, cuando se vio acorralada por aquellas bestias incomprensibles, de inmediato sucumbió al terror. Y al verla en ese estado de shock, se le partió el corazón.

—Montaña con sentimientos.

Dijo Ray mirándolo con una pequeña sonrisa y con sus mejillas sonrojadas. ¿Ella hacía esa expresión?

No es como si fuese una muñeca.

—Eso duele, princesa.

—No me digas así. Ya no quiero ese honorífico...

—No puedes negar tu sangre, princesa.

—Cállate, simio.

—¿Otra vez con lo de simio?

—Es que eres un simio estúpido y enorme... ¿Quizás deba ser gorila en vez de simio?

—Oye.

Ray se río un poco, antes de levantarse del frío suelo y rebuscar algo en sus bolsillos, se acerca a Gael y de una bolsa saca un poco de medicina y la coloca con cuidado en sus heridas, luego limpia la sangre con pañuelos inservibles.

—Serás una buena mujer.

—Cállate. Ese no es mi futuro.

Al parecer no le gustaba la idea de formar una familia. Era de esperarse.

—Entonces... ¿Tomaras de nuevo el rol de princesa?

—Ni loca. No puedo hacer eso. Si llego a tomar mis roles, tendré una mira en la espalda y pronto me clavaran cuchillos en todas partes. Mi sangre es lo único que quieren ver de mi.

—¿Por qué huiste entonces?

—Era para proteger a mi tía. Era una idea tonta porque una anciana no sobrevive al mundo exterior, al menos no por mucho tiempo.

—Ya veo.

Ray se quita su capa y su camisa, dejando ver la venda que cubría y presionaba sus senos, como si quisiera ocultarlos. Se da la vuelta y le pone la bolsa con medicina en sus manos. ¿No era demasiado pequeña y frágil comparada con él?

—Apresúrate que hace frío.

—Ya voy.

No. No era tan frágil. Ahora que la veía más de cerca, se le notaban los músculos, era como si hubiese entrenado por la mayor parte de su vida. Era increíble, a pesar de ser delgada parecía ser fuerte. Lo recordaría para el futuro. Empezando a untar la medicina en su piel, Ray empezó a temblar.

—¿Qué pasa?

—No pensé que fuese tan fría...

—Eres quisquillosa.

—¡Sólo muévete!

—¡Deja de gritarme primero!

Frota las heridas de Ray con fuerza a comparación con lo que ella había hecho, cosa que a la joven le causaba dolor, aquello lo recordaría por toda su vida.

—¡Eres tan brusco!

Ray le quita la medicina y se pone en posición fetal, quejándose para sus adentros. No creía que la había lastimado con algo tan trivial. De verdad era como una bestia. A comparación con ella...

—Pareces un zorro...

—¡¿Me acabas de decir zorra?!

—¡No era en ese sentido! ¡Hablo del animal! ¡Un zorro blanco!

Ray se le quedó mirando por unos minutos y luego se acerca a él a gatas. Se quita los guantes, para colocar sus manos en su rostro. Se había movido con tanta rapidez que no se había dado cuenta de que sus rostros estaban tan cerca.

Debía detenerla antes de que se le ocurriera hacer algo sentimental. Pero él tampoco se movía, no podía hacerlo. Sus ojos lo hipnotizaban, y los recuerdos de las mujeres que habían pasado por su cama, que habían estado debajo de él, seducidas por el placer carnal, vinieron a su mente en cuanto notó su aliento dulce. Ray era como un hada, tan bella pero letal, los humanos no debían confiarse mucho de ellas. Gael no debía confiarse de ella.

—Gael...

Pero Ray era dulce... Era algo que no había probado en su vida, a simple vista era así, no se compraba a los demás ¿Cómo podría alguien que estaba lleno de sangre saborear la dulzura que desprendía de su cuerpo?

—G-Gael...

Tomó la decisión de poner sus manos en sus caderas, soltar sus armas manchadas de sangre y dejarlas caer en el suelo, a su lado, se incorpora aún sosteniendo las delicadas caderas de la chica, ambos estaban arrodillados, uno frente al otro; cambió una de sus manos a su rostro, sosteniéndolo y en menos de lo que esperaba, movió su pulgar para acariciar su delicada mejilla. Ahora miraba sus ojos esmeraldas, que estaban conmovidos y pendientes a todo lo que él podría hacer. Era tan linda. Quería detenerse, para no parecer indecente, después de todo ella era una noble aunque no quisiera el título. Ahora que lo pensaba, ¿sus manos no serían una molestia? Una era de metal puro y la otra estaba llena de callos, ambas eran rudas, demasiado grotescas para ella. Debía...

—No te atrevas a quitarlas... Por favor...

Ray baja su mirada. Estaba temblando de nuevo, ¿le había molestado algo? Es que no quería ser rudo con ella... Espera, ya había sido rudo con ella. ¿Por qué se había vuelto tan tonto con ella en frente?

—No lo haré... —dijo con un susurro.

Poco a poco fue acercándose a su rostro, pero como estaba con la cabeza hacia abajo, besó su coronilla. Algo que hizo que la chica levantaste el rostro rápidamente y allí la atrapó. Un primer beso, dulce y áspero; luego uno apasionado y decadente. No recordaba la época en la que había besado de esa manera, ¿Qué otra emoción podría sacarle aquella chica de cabellos desordenados?

Aún parecía temblar bajo sus toques. Pensó que estaría acostumbrada a ello, pero se equivocaba, parecía una pequeña bola de nieve temblorosa. Era linda. Demasiado linda. Por lo que continuó con sus caricias, bajando por su espalda suavemente, acentuando los besos e invadiendo su boca, jugando con su lengua, y ella apenas podía seguirle el ritmo. Quizás estaba delirando, ¿por qué hacía eso? Tenía que mantener la cordura y no caer así de bajo de nuevo, pero, con ella perdía todo. Ciertamente era su culpa por ser tan testaruda. Se apartó un poco para poder liberarse del peso de su armadura, ante la mirada inquieta de Ray.

Cuando terminó, Gael tiró de uno de las tiras de la venda que rodeaba sus pechos; y estos parecían rebotar cuando fueron liberados, lo cual lo hizo sonreír con gracia. Definitivamente era linda. Ray no sabía en donde meter la cara, estaba apenada, pero qué más podía hacer, Gael ya lo había visto todo, pero ahora se fijaba en los detalles. Con su mano derecha aprieta el pezón izquierdo de su compañera, lo que hace que se sobresalte, queriendo apartarse, su mano prostética la atrapa y la pega a su pecho desnudo, la mano caliente de Ray se pega a este, acariciando sus cicatrices de batalla, aquello le da un escalofrío, ninguna mujer había hecho eso, si bien las miraban, preguntaban por ellas pero jamás los tocaban, parecía que las mujeres buscaban algo más que simples toqueteos.

—Ya estuvo.

—Qu-...

Gael de nuevo no se contuvo y se apresuró a besarla, no eran besos para que se estimulara, sino más bien, besos que la adoraban, para él era completamente extraño ese tipo de comportamiento, pero ya no le importaba. Eva por lo tanto, estaba sorprendida, nunca pensó que él acabaría de ese modo, sin embargo, le gustaba, le gustaba mucho, por ello lo abrazo, colgándose de su cuello y haciendo que poco a poco se acostara encima de ella, con cuidado de no lastimarla. Tan pronto se apartó de sus labios, buscando un poco de aire, fue directo hacia su pecho, el cual mantenía sostenido desde hacía rato, lo movió y jugó un poco con el. Pasó su lengua por el pezón y terminó atrapándolo con sus labios y succionando este. Gael no dejaba de pensar en lo dulce que era su cuerpo, sin querer hizo un mal movimiento y rasgó la parte de sus caderas.

—Lo siento.

—Pffft-... No hay problema, debes comprarme unos pantalones ahora.

Ray sonrió con gracia, él también lo hizo. Cuando la joven debajo de él se movió para acomodarse, para su sorpresa cruzó las piernas de cierta forma que sus caderas fueran apresadas por ella.

—Te tengo, Gael.

Ray era extraña. Pero aún así, le divertía las tonterías que hacía, aunque faltaba mucho como para conocerla totalmente. Por lo poco que sabía, era como si no hubiera nada más. Ella había demostrado todo en tan poco tiempo. Estaba realmente loca. Loca, linda, extraña. ¿Ese era su gusto por las mujeres?

—Eres tramposa. ¿Era eso lo que querías desde el principio? ¿Seducirme?

—No... Quería entenderte.

—Ray... Eres extraña.

—¡Gracias! ¿No se notaba?

Gael apretó su rostro, no ejercía fuerza alguna, pero a veces le molestaba todo lo que decía, parecía una niña pequeña quejándose de todo, haciendo y diciendo todo como si supiera el destino de las personas.

Una punzada sintió en el pecho, ¿y eso? ¿Eso era un sentimiento por ella? ¿Sería eso? Bueno no se conocían pero desde hacía mucho tiempo que tenía un deseo hacia ella. ¿De eso se trataba?

—Quiero hacerte de todo.

—Qu-...

—Quiero verte reír, llorar, lamentarte, quiero verte herida... Y quiero ser yo quien te haga esas heridas.

—¿D-De qué hablas?..

—Ray, me atrapaste. Pero déjame decirte que soy un perro loco. Espero que estés preparada para lo que pasará de ahora en adelante...

Ray parecía entrar en pánico, pero no iba acompañado por el terror, sino más bien, le pesaba aquellas palabras, era como si se hubiera dado cuenta de las verdaderas intenciones de Gael. Él por su parte estaba más que complacido con su reacción, por lo que presionó su entrepierna contra ella, sacándole un gemido.

—Vaya. Si eres así, me dan ganas de quedarme contigo todo el tiempo...

—I-idiota...

—Lo digo en serio.

Gracias a todos los que leyeron hasta ahora. Antes no pude subir un capítulo ya que tenía problemas personales. Dicho eso, espero que disfruten del resto de esta obra. Los aprecio mucho.

DiannaLiebestraumcreators' thoughts