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Prefacio

— No me puedes hacer esto, acabo de salir del puto psiquiatra, déjenme en paz, maldición.

El pelirrojo se echaba sobre el sofá de esa obstinada oficina, toda su apariencia le hacía creer a la mujer de traje que estaba viviendo en las calles, pero sabe que Konstantin solo ha sido descuidado con su aspecto desde que salió del psiquiátrico.

— Sabes que si fuera por mí te dejaría en paz, pero...

— Tus amigos del coñac me quieren joder - suspiro cansado - ¿Porque no simplemente me matan? Así me dejaría en paz.

— Es una salida fácil - lo miró - En verdad lo siento.

— ¿Qué quieren que haga? - dijo resignado.

No tenía opción y no quería regresar a estar en el centro psiquiátrico, no después de todo lo que vivió ahí.

— Quieren que vayas a California, ellos limpiarán toda la mierda - suspiro - Serás el Superintendente de Sacramento.

— Genial, tener a mi cargo a puros payasos - soltó una risa amarga - Bien, lo haré pero diles a tus amiguitos que será lo último que hago y si me joden más el trabajo dejaré que salga Lebrant y los mate a todos. Se tragaran lo que ellos crearán.

— Se los diré - le sonrió - Y tranquilo no estarás solo, tendrás a alguien.

— ¿Lo arrastraste?

— Nadie me arrastró Konstantin - lo miró sonriendo saliendo de una habitación - Yo hice que me arrastrará.

— Joder Maximus ¿porque? Ya eras libre.

— ¿A eso le llamas libertad? Maldición Konstantin, desde que la marina me degradó por mi "lesión" he estado de bar en bar, de club en club - suspiro - Quiero volver a la acción, volver a ser el dúo dinámico.

— Bueno, quién mejor que tú para cuidar mi espalda y aguantar a está bola de imbeciles.

{...}

California, Sacramento

— Bueno hemos llegado - suspiro - ¿Está listo Superintendente Lodbrok?

El pelirrojo que parecía vagabundo, ahora estaba afeitado, el cabello lo tenía corto, el traje se amoldaba bien a su cuerpo fornido y aunque tratara de ocultar todos sus tatuajes era imposible, pero no quiere ocultarnos, no quiere ocultar que fue un criminal que encerraron en el psiquiatra y que ahora es el jefe de la puta ciudad.

— 10-4 Sargento Fredriksen – le sonrió y ambos bajaron del auto.

Entraron a la Central mirando a todos, por supuesto quienes estaban a cargo se acercaron a ambos hombres de traje.

— Caballeros ¿en qué puedo servirles?

— Pues en mucho - sonrió Konstantin, y no era una sonrisa amable, era una sonrisa que daba miedo. - Soy el Superintendente Konstantin Lodbrok.

— Vaya, ya esperábamos su llegada, asuntos internos nos informó hace unas horas - suspiro - Soy el comisario Collins, él es el comisario Gambino y el comisario Reyes.

Un irlandes, un italiano y un cubano, parecía el inicio de un mal chiste.

— Tres comisarios y aún así me mandaron a mí - suspiro cansado - Bien, este de aquí es el Sargento Fredriksen.

Y aunque en ese momento hubo mucha tensión, en poco tiempo ya estaban en confianza… Solo los más allegados al Superintendente podían conocer su mejor lado, pero generalmente era un hijo de puta y un jefe que realmente hostigaba y hartaba.

Ya que le arruinaron la vida a Konstantin, él le arruinaría la vida a todo el mundo.

{...}

— Hoy llega carne fresca - dijo Maximus con una sonrisa.

— Afilen los colmillos nenas porque vamos a tener a los recién graduados de la academia de San Francisco - sonrió Konstantin. - Esto será muy divertido.

Konstantin adoraba a los nuevos reclutas, siempre llegaban 30 o 40 y al final solo terminaban 5 o 6 entre sus filas.

— Neno esto será un caos - sonrió Gambino.

— El cargamento llegó - dijo Reyes sonriendo.

Un autobús llegaba, de ella bajaban los nuevos alumnos a la central de mando de Sacramento, los comisarios y el superintendente sonrieron divertidos, les ha gustado siempre esos días porque son donde por tener poder pueden hacer lo que deseen.

— Bien Superintendente haga su magia - dijo Collins sonriendo.

Konstantin miró que eran en total 25 alumnos, parecían ya conocerse ya que algunos iban en pareja platicando o en grupo.

Los comisarios esperaban el momento de ver saltar a los alumnos de miedo. Konstantin no dijo nada, estaba sentado en una silla como si fuera un civil más. Ajustando su camisa blanca, miraba como todos entraban sin siquiera mirarlo.

Los alumnos no se inmutaban de la presencia de él. Ninguno se sentó o preguntó por el superior pero si noto a una chica que estaba de pie, con la espalda recta, sin hablar, totalmente serio. La única que se comportaba.

A Konstantin le gustó esa chica, alta, delgada, el uniforme no dejaba ver mucho, pero con solo mirarle el culo y los pechos, se podía imaginar lo buena que estaba bajo ese uniforme. La quiere para él, necesita a esa niña buena en su poder.

Así que sin demorar más, se levantó y se puso en medio de los alumnos.

— ¿Ya acabaron las princesas? - preguntó seriamente.

— ¿Cómo? - dijo uno de ellos.

Konstantin levantó una ceja mirando al chico que le dijo eso. Ni una pizca de respeto había.

— ¿Que si ya acabaron?

— ¿De que? - respondió otro.

— De hacerse las pajas, ¡malditos inútiles! Y así quieren ser policías, pues que putada, así mejor váyanse a poner multas de tránsito porque en mi comisaría no quiero anormales que se rascan los huevos - miró a las dos únicas chicas que había ahí, detuvo la vista en la chica de cabello rubio que estaba atenta a lo que él decía, entrecerró los ojos y disfruto verla de frente. Ojos azules, su cabello trenzado. Su mente viaja a lo que puede hacer. - O en su caso el coño – le dio una pequeña sonrisa, provocandole un ligero sonrojo y bajo la vista. – Para eso está su puta casa. ¡Quiero una puta fila ahora! - los alumnos se cagaron y lo hicieron de inmediato provocando la risa de los comisarios - Así me gustan nenas. Soy el Superintendente Lodbrok, a mí es a quien tienen que hacerle las pajas si quieren salir de aquí, porque una vez que entran ya no salen. - los miró - Empezaré de la derecha y en orden van diciendo su nombre.

— Greco Rodríguez - dijo un chico de barba - Listo para servir señor.

Kosntantin se puso frente a él, mirando de pies a cabeza. Tiene potencial, solo necesita saber explotarlo.

— ¿Acaso vienes de algún culto o porque tanta barba? - dijo mirándolo a la cara. - Digo si es parte de tu estilo, cada quien - soltó una risita.

Greco apretó la mandíbula, en la academia a más de uno le rompió la nariz por meterse con su estilo, pero él es su superior así que mejor guardo silencio. Konstantin no se quejaba de su arreglo personal, su mejor amigo tiene el cabello azul y de su ropa ni se diga, ha ido a la central hasta en falda.

— Viktor Volkov, listo para trabajar, superintendente.

Los rusos nunca le han agradado, pero si no tiene ideas comunistas, será un buen agente.

— ¡El primer ruso! - lo señalo, sus comisarios estaban muy divertidos con la situación aunque los alumnos no tanto - Rusito, aquí nada de cosas raras de unión soviética o cosas por el estilo - soltó una risita.

— Alexander Ivanov, superintendente.

— Genial un bulgaro ¡Fredriksen esconde el vodka! Que se nos va a ir rápido con este par - rieron divertidos.

— Elizabeth Grey señor superintendente lista para trabajar y descuide que a pesar de tener vagina haré mejor el trabajo que el resto de hombres que tiene - sonrió la morena.

Konstantin la miró de pies a cabeza, a diferencia de la otra chica que atrajo su atención, a Elizabeth le queda muy bien el uniforme. Ya puede imaginarla en su escritorio follandola por detrás mientras ruega por más.

— Chica con ovarios, me gusta y tranquila respeto la labor de las mujeres tenemos un par aquí y sin ellas sería un caos - le sonrió - ¡Fredriksen tienes nueva amiga!

— Jesús Gonetti, señor superintendente.

— Mierda ¿tienes la edad suficiente para estar aquí? ¿O es que tú voz aún no se desarrolla? - soltó una risita - ¡Chicos, tenemos el bebé de la Central ya!

— Robert.

— ¿Solo Robert a secas?

— Sí señor.

— Bien, espero que tu trabajo no sea a secas - le sonrió - ¡Ya salió el serio!

Los comisarios tenían que limpiar sus lágrimas de risa en especial de Reyes y Gambino. Les parecía tan divertido ver cómo los alumnos callaban mientras su superior los humillaba.

— Alan Reyes.

— Chico, pasaste - le sonrió - Bienvenido pero recuerda que aquí las balas te matan.

— ¡No lo asustes! - grito Reyes - De eso yo me encargo.

Konstantin palmeo su hombro, le gustaba tenerlo entre sus filas, sabe lo mucho que se ha esforzado y sabe que solo él podrá llevarlo por el buen camino.

— Ya escuchaste a tu tío - soltó una risita - Joder Tony ¿enserio?

— ¿Qué?

— Que eres casi un abuelo aquí - dijo Konstantin.

Tony era un hombre que conoció en su llegada a Sacramento, era un arquitecto que tenía ganas de ser policía y a sus 35 años se convertía en el nuevo novato.

— ¡Sacamos el bastón para ti Tony! - dijo Reyes riendo.

— Callar que les demostraré de que estoy hecho - dijo Tony - Vas a comer polvo.

— Eso está por verse amigo - sonrió Konstantin - No me jodas cabrón ¿también tú?

— ¿Qué? Si él pudo yo igual.

— Johnny tú te vas a matar solito aquí - soltó Konstantin. - ¿Quién fue el anormal que les dio el consejo de ser policías a este par de idiotas?

— Déjalos Chorbo - dijo Reyes - Si Jose Maria pudo ellos igual.

— Pues serán tu problema estos vejete - suspiro.

Y por fin estuvo frente a esa chica, ojos azules, su cabello rubio, su piel blanca. Era un rostro hermoso, tenía buenos pechos y un buen culo. Tantas cosas que imagina, tantos escenarios. Necesita a esa chica en su escritorio desnuda, abierta de piernas y ofreciéndose ante él.

La necesita.

— Eyra Wayne lista para lo que usted ordene superintendente.

>> Quiero ordenarte que te desnudes ante mí y me dejes degustar tu sabor único. <<

— Eyra Wayne - la miró. - ¿Militar o Marin?

— Marin, Señor.

— Perfecto - le sonrió y se alejó - Reyes te quedas con los vejestorios y con Elizabeth.

Aunque la quiere para él, sabe que tarde o temprano ella irá a su puerta y la hará suya. Además, necesita meter en cintura a su amigo.

— 10-4 superintendente - sonrió - Siganme.

— Collins te haces cargo de los anormales y de tu sobrino, pero no te libras de mí Alan.

— 10-4 Superintendente, vamos.

— Gambino te quedas con el bulgaro y el barbas.

— Vengan idiotas.

— Fredriksen te quedas el ruso y el seco.

— Sí Señor.

— Recuerden que deben asignarles ustedes a su oficial o subinspector.

— 10-4 - respondieron los comisarios.

— Bueno Wayne, eres todo mía - le sonrió.

— 10-4 Superintendente - respondió un poco nervioso.

— Sígueme nena.

Subieron hasta su despacho, a decir verdad Eyra estaba sorprendida de el laberinto que era la Central, parecía pequeña por fuera pero por dentro te podías perder. Cuando llegaron al despacho, Konstantin cerró la puerta indicando que se sentara y así lo hizo. Mientras que el superintendente se sentó al borde de su escritorio quedando frente a la chica.

— Eyra Wayne ¿cuántos años tienes?

— 24 años.

— ¿Cuánto estuviste en la marina?

— 2 años.

— ¿Dónde naciste?

— Jersey.

— ¿Por qué la academia de San Francisco entonces? En Jersey hay muy buenas academias.

— Me fui de casa muy joven, señor.

— Déjame de decir señor, soy el Superintendente Lodbrok o bien llámame Konstantin – dijo coqueto, provocandole otro sonrojo. Esa chica le fascina.

— Superintendente Lodbrok.

— Bien, en teoría estoy a cargo de tu bonito culo hasta que llegues a alumno con entrenamiento - suspiro - Tú oficial a cargo será Brandon D'Angelo o José María Reyes - la miró. - Cualquier comisario también te ayudará.

— 10-4 superintendente Lodbrok - dijo Wayne aunque no entendía muy bien que pasaba, creía que él sería su oficial al mando.

— Saca tu teléfono y anota mi número, eres mi alumna a cargo así que debes tenerlo - la rubia asintió y apuntó el número del Superintendente - Perfecto, ahora puedes irte con el resto. Oficialmente mañana comienzas tu travesía como alumno en la Central de mando de Sacramento.

— 10-4 Superintendente Lodbrok.

Konstantin se acercó a la chica, quedando muy cerca de él. Se estaba poniendo nerviosa y llegaba a intimidarla.

— Y una cosa más, si alguien quien sea te llega a acosar, te llegas a sentir mal con algo o alguien no dudes ni un momento en informarmelo - Konstantin la miró - ¿Entendió Eyra?

— 10... 10-4 Superintendente Lodbrok - balbuceo nerviosa.

Konstantin la tomó de la barbilla para que lo mirara a los ojos, la combinación de verde y azul se hizo presente. Le gustaba ponerla nerviosa. Desea probar sus carnosos labios rosados, atraerla a su cuerpo, pero no lo hizo.

— Excelente princesa, puedes irte te quiero aquí mañana a primera hora.

Konstantin se alejó, abrió la puerta y dejó que Eyra se fuera. No sin deleitar su mirada con la vista que le dejaba su buen culo de la rubia. Mandará a hacer los trajes de las mujeres más entallados con el hecho de verla como es debido.

Necesita a Eyra Wayne entre sus manos rogando por más, suplicando que la haga suya, la necesita de todas las formas posibles. Quiere que esa chica sea suya solamente.