—Reece
—Me desperté con la sensación de mi Pequeño Conejito sentada frenéticamente en la cama buscándome como si pensara que no estaría allí con ella. Como si tuviera otro lugar donde estar. Estaba asustada por algún motivo. Su corazón latía acelerado, podía sentirlo mientras deslizaba mi brazo alrededor de ella y me pegaba a su cuerpo para que sintiera que estaba aquí con ella.
—¿Qué te pasa, Pequeño Conejito? —le pregunté, mi voz era calmada y no mostraba el menor rastro de la preocupación que sentía.
—Tenemos que irnos. Tenemos que ir a casa. ¡Ahora! —La falta de aliento en su voz, el miedo que resonaba en su tono, y por debajo de eso, la ira que vibraba lentamente, todas estas sensaciones combinadas me pusieron nervioso.
—¿Qué sucede? ¿Qué ocurrió?
—Edmond está en camino a nuestra casa. Va a atacar a nuestra gente. —Sentí mi corazón detenerse y mi estómago caer con esas palabras. ¿Edmond? ¿Estaba haciendo su jugada ahora?
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