El joven ingeniero Philip Parker no imaginó que existiese un lugar tan perdido en el sur de Europa y allí le enviaron a trabajar como director de obra. Le destinaron a una pequeña ciudad costera de Valencia para realizar un puerto y un ferrocarril de poco más de cincuenta y tres kilómetros que uniría las industriosas comarcas del interior con el mar. Le encargaron construir el tren de Alcoy a Gandía y el puerto de esta ciudad mediterránea. Mientras él daba sus primeros pasos en esa extraña tierra, su amada Cindy luchaba, en Inglaterra, para mantener viva la llama de su amor.