No recordaba en que momento más de quince personas ya estaban rodeando la mesa donde yo jugaba contra una larga fila de ancianos, cada uno mejor que el anterior, ahora entendía que el anciano que llamó a "Erick" Era el supuesto rey de ese bar y al llegar yo, lo estaba retando. Eso según ellos.
—Maldición— se quejó Erick al meter la bola negra y la blanca por error. Gané otra vez.
—No te sientas mál, si no se hubiera metido la blanca, hubieras ganado.— dije intentando darle ánimos.
—El hubiera no existe.— dijo con seriedad, extendió su mano hacia mi —Buena partida.— estreché su mano.
—Gracias.
Me di cuenta que les había ganado a todos, ya casi era hora de irnos y llegar a casa. Había jugado todo ese tiempo. Pero antes, de verdad necesitaba usar el baño, estuve más de dos horas aguantandome. Subí las escaleras rápidamente mientras los chicos comenzaban a tomar sus cosas para poder irnos, al estar en el piso de arriba pude ver la mesa de aquellos chicos, mientras que estaban recagados el barandal solo pude ver que dos de ellos me miraban con asombro, mientras que el estereotipo me miraba con seriedad.
Entre rápidamente al baño, no puedo describir el alivio que sentí al descargar tanto. Al terminar me acerqué al lavamanos, justamente entró al baño aquél chico sumamente perfecto para el ojo humano. Se paro a mi lado y se mojó la cara mientras yo seguía lavando mis manos.
—Acabas de quitarle el trono a Erick, ¿Lo sabes?— lo escuché preguntar.
—Él perdió, lo cuál hizo que yo ganara, no me gusta cuando gano así. Creo que es injusto.— respondí un poco inconforme.
—¿Eres de por aquí?— lo escuché preguntar. Terminé de lavarme las manos, comencé a secarlas.
—No, de hecho mi casa está casi cruzando la ciudad, ¿Tú?
—Vengo aquí dos veces por semana, a veces a beber con mis amigos, a veces a jugar.— sacó una pequeña toalla de color verde de sus jeans negros y se secó la cara. —¿No quieres jugar conmigo?— terminé de secarme las manos y me disponía a salir del lugar.
—Tal vez otro día, tengo que llegar a casa temprano o mis padres me matarán.
—¿Ni billar?— lo miré confundido. ¿No se refería a eso con "Jugar"?
—¿No es eso a lo que te referías?— le pregunté, se acercó a mi lentamente, por cada paso que él daba hacia adelante yo daba uno atrás hasta que llegué a la pared, se detuvo estando a casi nada de distancia.
—Creo que lo sabes.
—En realidad, yo...— se acercó a mi oído lentamente, comencé a ponerme nervioso.
—Solo tienes que darme una señal, nadie viene a estos baños...— me susurró tranquilamente. Pude sentir como me miraba sin despegarse mucho de mi. La palma de su mano se apoyo en mi pectoral derecho. —Te ves tenso, déjame ayudarte un poco.— me volvió a susurrar, sentí lentamente su boca tocar mi cuello, como si estuviera dándome un beso húmedo.
¿Qué demonios está pasando? No sabía que era peor, que me estaba gustando como lo hacia o que estábamos en un baño público y que en cualquier momento alguna de las personas de afuera podría entrar en cualquier momento.
Sentía cada beso más intenso en mi cuello, lentamente dirigiéndose hacia mi boca, no podía hacerlo, no soy gay... No lo soy. Pero entonces... ¿Por qué no lo estoy deteniendo? ¿Por qué me está gustando? Sus labios seguían por mis mejillas. No puede ser, cerré los ojos con fuerza mientras trataba de controlar mi respiración. Sin darme mucha cuenta, relami mis labios, ya estaba esperándolo. Justo antes de impactar con mi boca, se separó lentamente haciendo que tragara saliva.
—Eso no te gustó, ¿O si?— me dijo refiriéndose a que se alejara de mi. Maldición... No me dejó responder, chocó sus labios con los míos, me tomó por sorpresa, no lo esperaba, ni siquiera debía esperarlo. Me tomó de la cintura y me acercó a la suya, ¿Esperaba que rodeara su cuello con mis brazos? ¿Acaso estaba tan ebrio que pensaba que yo era una mujer? ¿Por qué me estába haciendo todas esas preguntas en lugar de solo separarme de él?
Tomó mis brazos e hizo que rodeara su cuello con ellos. Mientras que él con los suyos tomó mi trasero con fuerza, maldición, eso me gustó. ¿Qué estoy haciendo? Pude sentir como mi miembro comenzaba a endurecerse y sabiendo como funciona el cuerpo masculino, sabía que el suyo no tardaría en hacer lo mismo. ¿A donde me está llevando esto? ¿A donde va esto? Nos empezamos a mover hacia un cubículo sin dejar de besarnos. Escuché como cerró la puerta, no quería abrir los ojos, no quería ver lo que estaba haciendo. Me recargo en la puerta y escuché quejidos por un momento. Abrí mi ojo izquierdo lentamente, abrí ambos al verlo sentado en la tapa del baño con los jeans abajo y su miembro de fuera, erecto. ¿No querrá que yo...?
Se levantó rápidamente e hizo que con mis manos tocará su miembro. Para después volver a besarme. No sabía que hacer, no sabía si seguir o detenerme, estaba sintiendo por primera vez el miembro de otro hombre en mis manos por primera vez. Dejó de besarme, me tomó por los hombros para después hacer fuerza, indicando que quería que bajara. No puede ser, mis rodillas se debilitaron al sentir sus hombros hacer fuerza, bajé y quedé justo frente a su miembro sin darme cuenta que no mis manos nunca lo soltaron. Tomó mi cabeza y la atrajo hacia su miembro, haciendo que lo tocara con la mejilla. No puede ser.
¿Por qué me estoy negando tanto? Después de todo, sigo aquí, ¿No? Si no lo quisiera, lo hubiera detenido desde el primer acercamiento, tal vez solo me sirva de experiencia para poder decir que he probado a un hombre y que no me ha gustado. Sin darme cuenta ya le estaba haciendo el oral, a esto me refiero, si a mi cuerpo no le gustase ya hubiera salido del baño. Aunque estoy confundido, estoy seguro de que otro par de chicos han coqueteado conmigo en el pasado y que no he visto ningún interés por ellos. ¿Por qué ahora si?
Alto, alto. ¿Qué está pasando? Estar pensando tanto en éste momento me sacó del mismo, me estoy bajando el pantalón mientras el me espera sentado encima de la capa del baño. Es extraño, como si mi cuerpo lo quisiera, pero mi mente sigue aquí, no podía detenerme, el deseo y la curiosidad dominaban mi cuerpo, tal vez necesitaba eso para saber quién soy, no lo sé. Me abrí de piernas y comencé a bajar lentamente sobre su miembro, bastante lubricado por el líquido preseminal. Que comenzó a entrar en mi. Mostré una expresión de dolor.
—Tranquilo, ve lento, lento— lo escuché decir. Es como si supiera que es mi primera vez con un hombre. Obedecí, comencé a hacerlo lentamente, hasta que el dolor desapareció.
Rápidamente empecé a dar pequeños saltos, lo que hace años chicas me hacían a mi ahora yo se lo estoy haciendo a un completo desconocido. Gemidos y quejidos salían de nuestras bocas. Sentí como su mano tomó mi miembro erecto y comenzó a masturbarlo. Era una posición peligrosa para que yo terminara. Pero no podía detenerme.
Maldición, esto se siente tan bien.