—Ash... —Caleb la llamó—. Te suplico que vuelvas.
—Ella se ha ido... —respondió Granger con una sonrisa torcida—. Está perdida en la rabia y va a matarnos a ambos.
—Cállate —gruñó Caleb—. Ashleigh, por favor escúchame...
—Hazlo, Ash... corta mi garganta —Granger le dio una sonrisa enloquecida—. Sentirás mi muerte, mi corazón desacelerando hasta que no quede nada. Luego, mientras mi vida se extingue, me sujetarás mientras sientes ese último momento. Me verás cada vez que cierres los ojos.
—¡No! —susurró ella.
—No —dijo ella un poco más fuerte—. No necesito matarte. No necesito hacerte daño.
—Ya me has quitado suficiente —dijo, levantándose para mirarlo desde arriba—. No tomaré tu miserable vida porque no significa absolutamente nada para mí.
—Ashleigh... eso no es muy amable —gruñó Granger.
—Voy a dejarte vivir, Granger, para poder olvidarme de ti —dijo ella—. Pagarás por todo el dolor que has causado. Pero en cuanto a mí... ya te has ido.
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