Ashleigh despertó justo cuando Granger volvía a entrar en la habitación.
—¿Granger? ¿Estás bien? ¿A dónde fuiste? —preguntó mientras se levantaba rápidamente y corría hacia él.
Granger abrió sus brazos hacia ella, abrazándola con fuerza.
—Tu papá pasó por aquí. No quise despertarte, así que charlamos en el pasillo.
—Granger, tú eres el paciente, ¡no yo! Deberías haber permanecido en la cama. ¿Y si te hubieras mareado otra vez?
—Estoy bien, Ash —sonrió él, feliz de escuchar la preocupación en su voz.
Ashleigh se apartó y lo examinó de arriba abajo. Afortunadamente, los moretones ya estaban comenzando a desvanecerse.
—Bueno, te ves mejor que antes y parece que tienes más energía.
—Beneficios de nuestra rápida naturaleza curativa —Granger le guiñó un ojo.
Ashleigh sonrió de vuelta, aunque le pareció curioso lo rápido que estaba sanando. Parecía apenas capaz de levantar la cabeza antes. Ahora, el único signo de que algo estaba mal eran los moretones.
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