—¡Basta, Danny! —mi hija gritó mientras reía a carcajadas.
Danny no la escuchó. Claro que no. Siguió salpicándola con agua.
—¡Es mi cumpleaños! —Hazel gritó—. ¡Hoy tienes que hacerme caso!
No podía creer que mi bebé ya tuviera seis años. El tiempo pasaba tan rápido. Alex, Mason y Sophie eran bebés cuando llegué a la manada, y ahora ya eran adolescentes. A veces deseaba poder desacelerar el tiempo.
—¡Jamás! —Danny gritó mientras corría lejos.
Me reí entre dientes y negué con la cabeza.
—Gracias a Dios no tengo un hermano mayor, —Mason suspiró, rodando los ojos.
—Tu hermano menor te atormenta igual, —Alex se rió entre dientes.
—Sí, lo hago, —escuché la voz de Mike detrás de mí.
Me giré y vi a Margarita y Mike acercándose.
—Eso es solo porque se lo permito, —Mason dijo, frunciendo el ceño—. Si fuera mayor, estoy seguro de que sería peor.
—Sí, lo sería, —Mike rió, haciendo que Mason rodara los ojos de nuevo.
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