—¿Es por él? —Cuando Kenyon preguntó, su mirada cayó directamente en los labios y el cuello de Ellen.
Entendió lo que significaban esas marcas.
Ni siquiera podía mentirse a sí mismo.
Cuando Ellen vio la mirada en los ojos de Kenyon, sintió un inexplicable sentido de vergüenza en su corazón.
Levantó la mano e intentó cubrir su cuello con su cabello.
Sentía que había hecho algo mal.
Por un momento, estuvo a punto de explicar todo.
No sabía qué le había pasado. Después de un momento, su mano de repente se detuvo.
Entonces decidió mostrarlo y dejar que el chupetón fuera expuesto a los claros ojos del hombre.
—No tiene nada que ver con él. Simplemente no me gustas. No pierdas tu tiempo conmigo —Cuando Ellen dijo eso, no se atrevió a mirar a los ojos de Kenyon.
Cerró los ojos, reprimió todas sus emociones y aguzó el oído para esperar los pasos de la marcha de Kenyon.
Kenyon era talentoso y distante. Siempre y cuando señalara la verdad, él la dejaría ir.
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