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Alegrías, ansiedad y amor

Después de muchas semanas de búsqueda, Onhik y Jakil finalmente encontraron el local perfecto para su nueva pastelería. Era un edificio antiguo pero con mucho potencial, ubicado en el corazón de la ciudad. Las hermanas se emocionaron al pensar en cómo podrían diseñar y decorar el espacio para reflejar su estilo único y su amor por la pastelería.

Mientras trabajaban en la renovación del local, las hermanas no podían evitar estar más cerca que nunca. Su relación se había profundizado aún más después de su confesión de amor y sus experiencias juntas. Aunque aún había momentos en los que la discusión y la competitividad surgían, siempre se encontraban al final, abrazándose y reconociendo su amor por la otra.

Una vez que la pastelería estuvo lista, las hermanas la llamaron "El Cielo de la Dulzura". Era un espacio hermoso y acogedor, con paredes de ladrillo y vidrieras que permitían la entrada de luz natural. Las mesas y sillas eran de madera, las macetas con flores coloreadas añadían un toque alegre al ambiente.

La inauguración de la pastelería fue un éxito, la gente comenzó a entrar en masa para probar sus deliciosos pasteles. Onhik y Jakil se esforzaron por mantener el ritmo de las ventas, pero siempre encontraban tiempo para cuidar el detalle y asegurarse de que cada cliente saliera de la tienda con una sonrisa en el rostro.

A medida que la pastelería ganaba popularidad, las hermanas comenzaron a recibir pedidos para eventos y celebraciones especiales. Comenzaron a trabajar en colaboración con otros artistas locales para crear espectaculares pasteles, dulces para bodas, cumpleaños y otros eventos especiales.

Mientras tanto, su relación continuaba siendo fuerte. Aunque algunas personas comenzaban a sospechar algo, las hermanas siempre se aseguraban de mantener su relación oculta del público. No querían correr el riesgo de ser estigmatizadas o juzgadas por su elección amorosa.

Pero, como en todas las cosas, la vida tiene su forma de intervenir. Un día, mientras trabajaban en la cocina, Onhik y Jakil recibieron una visita inesperada. Era una periodista local que había escuchado hablar de la pastelería y quería hacer una entrevista para su columna de la semana.

Las hermanas se asustaron y trataron de esquivar la entrevista, pero la periodista era persistentemente astuta. Finalmente, accedieron a hablar con ella.

La entrevista se llevó a cabo en la cocina de la pastelería, las hermanas fueron muy cuidadosas de mantener su relación secreta bajo tapete. La periodista notó algo extraño, pero no pudo descifrar qué era exactamente.

La entrevista con la periodista había pasado, pero las hermanas no podían dejar de sentir una cierta ansiedad. ¿Qué pasaría si la periodista descubría su secreto? ¿Cómo afectaría esto a su relación y a su pastelería?

Mientras trabajaban en la pastelería, Onhik y Jakil encontraron consuelo en sus momentos privados. Su relación se había intensificado aún más desde la inauguración de la pastelería, y el sexo se había convertido en una parte integral de su vida en común.

Una tarde, después de una larga jornada de trabajo, las hermanas decidieron relajarse juntas. Se sentaron en la cocina, bebiendo té, compartiendo historias sobre sus días más jóvenes. Jakil se acercó a Onhik, sus ojos brillando con deseo.

—Te quiero, hermana —susurró, mientras acariciaba el brazo de Onhik.

Onhik sonrió, sus ojos también llenos de deseo.

—Y yo a ti, Jakil —respondió, mientras posaba su mano en la cadera de su hermana mayor.

Sin decir más, Jakil guió a Onhik hacia un rincon apartado, donde se encontraron desnudas y listas para disfrutar la una de la otra. El sexo fue intenso y apasionado, cada movimiento más fuerte que el anterior. Las dos hermanas gemían, suspiraban, sus cuerpos entrelazándose en una danza de placer.

Después de hacer el amor, las hermanas se abrazaron, sus cuerpos satisfechos. Jakil susurró algo en el oído de Onhik, y esta sonrió.

—Te quiero, hermana —repitió, sus palabras cargadas de amor y gratitud.

Una semana después, las hermanas recibieron la visita inesperada de la periodista, estaba de regreso, esta vez no parecía tener intenciones de marcharse hasta que su secreto fuera revelado.

—Te lo dije, Onhik, no te preocupes —dijo Jakil, tratando de mantener la calma ante la situación.

—. No tengo nada que ocultar.—Entonces, ¿por qué me parece que hay algo que no me estás diciendo? —preguntó la periodista, su voz cargada de sospecha.

Onhik y Jakil intercambiaron una mirada nerviosa. ¿Cómo podrían mantener su secreto sin revelar la verdad?

La periodista se quedó esperando una respuesta, y las hermanas no podían encontrar la palabra adecuada para decirle. Finalmente, Jakil habló:

—No queremos hablar de esto ahora. ¿Por qué no te quedas a tomar un té con nosotras y hablamos de otra cosa?

La periodista aceptó, las tres se sentaron a tomar té en la cocina. Mientras charlaban, Onhik y Jakil se aseguraron de mantener su secreto intacto, y la periodista parecía estar cada vez más confundida.

Después de un rato, la periodista se levantó y les deseó suerte a las hermanas. Cuando se fue, Onhik y Jakil se miraron con alivio. Habían pasado la prueba, al menos por ahora.

Ya en la casa...

Onhik y Jakil se encontraban en la cama, sus cuerpos desnudos, listos para explorar el placer mutuo. La atmósfera era cargada de deseo y anticipación, las dos hermanas se miraron con ojos ardientes.

Jakil comenzó, acariciando el cuerpo de Onhik con sus dedos, explorando cada curva y pliegue de su piel. Onhik suspiró de placer, sus pechos firmes y sus muslos tensos. Jakil continuó, penetrando cada vez más profundo, sus dedos moviéndose en un ritmo constante y seguro.

Mientras tanto, Onhik no se quedaba atrás. Con sus propios dedos, empezó a explorar el cuerpo de Jakil, acariciando sus pechos y su vientre. Luego, se inclinó hacia abajo y comenzó a besar cada parte de su cuerpo, desde los pezones hasta las nalgas y más abajo.

Jakil gemía de placer, sus manos agarrándose de la cama mientras Onhik la exploraba con sus besos y caricias, se inclinó aún más y comenzó a lamer el clítoris de Jakil, sus labios suaves y húmedos moviéndose en un ritmo constante.

Jakil gimió de placer, sus cuerpos se estremeciendo bajo el impacto del placer. Onhik continuó, llevándola cada vez más cerca del orgasmo. Mientras tanto, Jakil estaba haciendo lo mismo con Onhik, sus dedos recorriendo su cuerpo, sus labios besando y lamiendo su clítoris.

El orgasmo llegó repentinamente, y las dos hermanas gemieron juntas, sus cuerpos convulsos bajo el placer que compartían, se abrazaron.

Después de ese encuentro, las dos hermanas se encontraban más unidas que nunca, su amor más fuerte que nunca. Y aunque todavía había desafíos por superar, estaban seguras de que podrían enfrentar cualquier cosa siempre que estuvieran juntas.