—¿Lo he visto antes? —se preguntaba Aaron a sí mismo, arreglándose las gafas.
Mientras tanto, la sorpresa de Dominique se transformó en curiosidad. Se agachó al nivel de los ojos de Aaron y preguntó:
—¿Estás perdido?
Aaron, aún un poco aturdido, asintió.
—Sí, señor. Estoy buscando a mi hermana y a mi tío.
El comportamiento habitualmente frío de Dominique se suavizó al oír eso.
—Ven. Vamos a buscarlos juntos. Vamos a mirar a nuestro alrededor y ver si podemos verlos entre la multitud —le ofreció su mano al joven para que Aaron pudiera agarrarlo. No quería que este niño se perdiera por segunda vez.
Mientras navegaban a través del bullicioso centro comercial, Dominique comenzó a entrevistar a Aaron. Por alguna razón desconocida, sentía un creciente interés por el niño que tenía un sorprendente parecido con su yo joven.
—¿Cómo te llamas? ¿Y cuántos años tienes?
Aaron se detuvo por un momento, pensativo.
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