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Bendecido por una Diosa

Cómo cada día, apenas salgo del edificio consulto la hora "Ya son casi las 6 y 30 de la tarde, mejor me doy prisa antes de que la última pasajera se valla."

Y corriendo dejo el lugar, "¡que chingada! tengo que llegar a tiempo o tendré que correr hasta la próxima estación y está a más de 20 minutos de aquí" pienso mientras me frustra la idea de hacer ese esfuerzo extra, mientras voy cruzando las calles evitando ser atropellado por mi imprudencia, alcanzó a verla, "ahí está, cumplí mi misión y llegue vivo" pienso con una ligera mueca de sonrisa mientras las personas que van llegando se aglutinan deseosas también de llegar a casa a descansar.

Yo me llamo Daniel Sekén, Hace 5 años comencé a trabajar en MaxiSale, una empresa enfocada en el área de atención al cliente, y literalmente; así también comienza mi rutina casi religiosa con la que he iniciado, en el momento actual de la historia tengo 23 años y puedo resumir mi vida en una sola frase "soy solo otro pendejo perdedor" joven soñador e ingenuo deje mis estudios universitarios, como muchos, no tenía ni puta idea de cómo funciona la vida real, espectativas no me faltaban, todas alimentadas por mi pequeña burbuja creada en mi infancia, y demasiados sueños fueron aplastados en mis primeros 5 años como adulto, en vez de ahora ser rico y famoso que era como idealizaba la felicidad, estaba atrapado en un trabajo que detestaba y que al mismo tiempo me aferraba para no terminar en la indigencia, lo pienso y algo en mi interior me molesta. "Indigencia o pobreza ¿cuál es la diferencia? apenas tengo para sobrevivir, apenas lo suficiente para no morir de hambre, no me puedo comprar mejor ropa, un auto o una casa propia, ni siquiera alquilar un mejor lugar donde vivir." En los pasillo de la empresa, los compañeros del trabajo suelen comentar que pronto nos echarán de patitas en la calle, pues la empresa está a punto de adquirir programas automatizados y nuestros servicios no serán ya más necesarios, la verdad desconozco de dónde obtienen esa clase de información, pero parece que carezco de muchas mas habilidades de las que había pensado, y por eso siempre soy el último en enterarme de lo que pasa a mi alrededor.

Cuando el camión llego, subí como cada día, sumergido en mis pensamientos y quejas internas, casi ajeno a las cosas que sucedían a mi alrededor, aislado y al mismo tiempo rodeado de gente recorró el interior del bus con la mirada en busca de algún asiento libre, por la frecuencia que suelo tomar la ruta a esta hora, algunos rostros me resultan familiares. La fatiga les hace lucir poco amables, y yo solo me dispuse a ignorarlos todo lo que duró el viaje y baje del camión en el lugar de siempre.

El aire frío y el olor a combustible se mezclan y golpean mi rostro, mientras el camión se aleja, meto las manos en los bolsillos de mi pantalón para mantenerlas calientes y rápidamente me encamino hacia la vieja vecindad, afortunadamente está no se encuentra tan lejos y después de caminar unas cuantas cuadras, estoy frente al viejo, maltratado y oxidado portón principal, entro y buscando mis llaves en los bolsillos, paso justo por el frente del apartamento del viejo Juan y su familia, escuchando la airada discusión que están teniendo, probablemente por qué otra vez llegó hasta las chanclas de borracho causando problemas, el viejo y su familia tienen su apartamento justo al lado del mio, y por los escándalos que siempre montan, sé que el viejo suele olvidar, perdido en las copas de traer dinero a casa, ya frente a la puerta de mi departamento ignoro los gritos y el escándalo e introduzco la llave que ya traía preparada en la mano y rápidamente abró la puerta, mi cuarto es ese espacio estrecho y austero con paredes descascarilladas que me sirve como hogar. Busco a tientas el interruptor y, mientras enciendo las luces, contemplo la habitación desordenada: ropa tirada en el suelo, polvo acumulado en las esquinas y sobre mis escasas pertencias y el tintineo persistente del grifo descompuesto que juro que repare en algún momento, hace rechinar los dientes. Mientras tanto, el olor a humedad y casa vieja, impregnado en el aire, asalta mi nariz.

Entro lentamente con pasos desganados, mientras se cierra la puerta detrás de mi, los gritos del apartamento contiguo se escuchan claramente, pero solo prefiero ignorarlos, "Tengo mis propios problemas, no tengo nada que cenar, y lo peor , ni siquiera quiero salir a buscar" me digo a mi mismo, mientras contempló el espacio casi vacío que tengo por hogar, una perfecta imagen que bien puede describir la soledad. Mientras buscaba algo comestible que al final no encontré, decidí descansar.

Me recuesto sobre un viejo colchón, saco mi teléfono del bolsillo y me dispongo a leer alguna historia que me ayude a distraerme de la realidad, mientras leo sueño vivir la vida de los protagonistas y a veces soñando despierto imagino que la fantasía alcanza la realidad y entonces el evento fuerte o traumático se presenta y logro sobreponerme a las adversidades de mi vida, estás fantasías a las que frecuentemente recurro suelen darme cierto sensación de alivio y aveces pienso que algo así debe pasarme para despertar de lo que sea que esté viviendo.

Después de leer unos cuantos minutos, me quedó dormido sin darme cuenta. Mientras dormía una luz muy intensa y cegadora me despierta, intento pero no puedo abrir mis ojos, todo es extrañamente silencioso, mi instinto me grita que algo está mal, ahora mismo no parezco estar en mi departamento y me preguntó si acaso estoy soñando, mientras mis ojos se acostumbran a la luz me preguntó ¿Qué diablos pasa? No sé, si estoy acostado o de pie, confundido puedo darme cuenta que ya no es mi departamento, no siento nada, parece que floto en aire, pues a pesar de ver apenas un poco más allá de mi nariz, ya no percibo ningún aroma, muchas emociones me invaden, ansiedad, miedo e incluso curiosidad "¿acaso estoy muerto o solo es un sueño? Si esto es un sueño tengo que admitir es bastante realista" estaba confundido y realmente no podía asegurar ni una cosa ni la otra.

Poco a poco mis ojos se van acostumbrando a la brillante luz, todo parece un gran fondo blanco, un blanco que parece extenderse en todas direcciones y perderse en el infinito. "Si esto es un juego de mi mente vaya que está poniendo esfuerzo en confundirme" de pronto escuchó una voz llamándome - Seken. La voz parece pertenecer a una mujer, aún que no estoy seguro, busco con la mirada a la persona que me llamo, y mientras recorría el vacío con la mirada me parece por fin ver la silueta de alguien más - ¿Quien eres? - pregunto con un tono nervioso y asustadizo, mientras mi corazón late cada vez más rápido esperando respuesta. - Yo soy la Diosa del destino, mi nombre es Yhosi y soy principio y fin - contesta la voz mientras frente a mis ojos su figura comienza a tomar forma.

Sus palabras no tienen mucho sentido para mí, no creo entender, pero ahora creo que si estoy dentro de un sueño baste realista - Acércate Seken, voy a regresarte al mundo vivo, aún no es tu tiempo; sin embargo como regalo te llevarás a tu regreso mi bendición y si haces un buen uso del poder que te regalo, tu vida nunca volverá a ser igual.

"Que" sorprendido frente a mis ojos aparece una mujer bella aún que no se si es la luz que irradia lo que la hace lucir aún más bella, que no puedo negar sus palabras acerca de que ella es una diosa, su voz cálida suena relajante, siendo alguien que poco trata con las personas me quedado sin palabras y entonces la Diosa Yhosi extiende su mano y de ella emana una luz que toca mi frente - parece que no tienes más preguntas y debo regresarte antes de que el tiempo se agote, pero cuando sea la hora volveremos a hablar- acto seguido todo se oscurece, siento ser arrastrado hacia una profundidad donde no hay luz, ni aire, el cuerpo me pesa cada vez más, y siento que me falta el aire hasta que de pronto pierdo la conciencia nuevamente.

Escuchó un gran alboroto y a alguien gritando y agitando - hay alguien aquí, ¡Ayuda! por aquí, vengan por aquí hay alguien, por aquí- abró mis ojos y solo pude ver un lámpara encandilandome, acto seguido alguien tocandome el cuello y declarando - Aún está vivo.

De niño escuché decir que la vida era como un gran viaje,y que más tarde o más temprano llegas a tu parada.

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