Esa noche, debido a la fuerte nevada, incluso después del anochecer, era mucho más brillante de lo habitual.
A An Jing no le importaba si estaba brillante afuera o no, solo se acurrucó con su marido y se quedó dormida.
Ambos durmieron profundamente toda la noche.
Cuando An Jing despertó, Xiao Changyi aún no se había movido.
An Jing no perturbó a Xiao Changyi, en cambio, se quedó contenta en su abrazo, esperando a que despertara.
Ella realmente disfrutaba la sensación de abrir los ojos y verlo primero a él.
Y él también amaba abrir los ojos y verla primero a ella.
Su marido realmente era guapo, con cejas como espadas y ojos como estrellas, nariz alta y labios delgados. La gente dice que aquellos con labios delgados son desalmados, pero su marido no era desalmado en absoluto. Por el contrario, era profundamente cariñoso hacia ella.
—¿Qué estás mirando? —fueron las primeras palabras de Xiao Changyi cuando abrió los ojos, habiendo sorprendido a An Jing mirándolo.
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