Las palabras estaban llenas de burla indisimulada.
Una bofetada aterrizó cuadrada en la cara de Zhong Zhiwan, dejándola atónita y causando un momento de sordera en sus oídos.
Antes de que pudiera recuperarse, Ke Huizhu levantó su mano de nuevo y la golpeó en la mejilla izquierda.
—¿No ves si eres digna?
Ke Huizhu golpeó con todas sus fuerzas.
Con esas dos bofetadas, las mejillas de Zhong Zhiwan se hincharon y la esquina de su boca se abrió.
Los transeúntes se detuvieron para mirar, gente de varios países señalando y susurrando acerca de Zhong Zhiwan.
—Señora Ke —dijo la señora Zhong con expresión helada mientras protegía a Zhong Zhiwan detrás de ella—, estás yendo demasiado lejos.
Aunque este asunto la había dejado sin luz en su rostro y deseaba regañar a Zhong Zhiwan.
Pero después de todo, Zhong Zhiwan era su hija. ¿Cómo podría Ke Huizhu abofetearla enfrente de ella?
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