—¿Cómo debo dirigirme a usted? —preguntó Zhang Jianjun.
—Tío, mi nombre es Luo Qiao —dijo Luo Qiao.
—Luo Qiao, qué bonito nombre. Recuerdo haberte dicho el mío —dijo Zhang Xiao.
—Zhang Xiao, ¿verdad? —asintió Luo Qiao.
—Sí, sí, sí, tienes muy buena memoria. Por cierto, ¿a dónde te diriges? —dijo Zhang Xiao.
—Estoy planeando hacer un viaje a la Ciudad Capital, pero el camino no es muy bueno hoy. Llegué tarde y perdí el autobús —miró al cielo Luo Qiao.
—Te llevaremos —dijo Zhang Jianjun mientras miraba a su padre.
—Quería negarse, pero luego pensó que si no iba hoy, no sabía cuándo tendría tiempo la próxima vez —miró el jeep al frente y luego a sus zapatos Luo Qiao.
Si tomara el autobús al mediodía, temía que no hubiera suficiente tiempo. Sería problemático si no pudiera regresar por la noche.
—Está bien. El clima no es bueno hoy de todos modos, y nuestros zapatos también están embarrados. Luego lavaremos el coche —dijo Zhang Jianjun al ver lo que estaba pensando Luo Qiao.
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