—Tía, ¿a cuánto lo vendes?
—3 puntos por libra. Es mucho más barato que los que venden en el distrito interior —respondió la tía.
Li Chunhua había olvidado que no tiene un concepto de la moneda de este mundo, pero 3 puntos suenan bastante barato.
—Dame tres libras, tía.
—Está bien, joven, extiende tu brazo. —La tía recogió su sello de madera.
Li Chunhua obedeció, se arremangó y la tía dejó tres marcas de su sello grabado con su nombre en el brazo de la joven antes de entregarle tres bolsas de chumpets acaramelados.
Li Chunhua agarró emocionada las tres bolsas y se dirigió al puesto siguiente, pero al girarse, alguien chocó con su hombro, haciendo que las bolsas de chumpets acaramelados cayeran al suelo y se derramaran.
Su agarre era muy flojo, ya que no quería aplastarlos con su fuerza.
La vista de los caramelos cristalinos esparcidos por todas partes le destrozó el corazón.
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