webnovel

Capítulo 19: En las Profundidades de la Guerra

El aire en la fortaleza seguía impregnado de tensión y el olor metálico de la sangre aún flotaba en el ambiente. Rivon permanecía en su puesto, sus pensamientos girando en torno a la reciente batalla y las palabras de los Ascendidos. Aunque había cumplido con su deber y había demostrado su habilidad en el combate, sabía que la guerra estaba lejos de terminar. El silencio temporal solo significaba una pausa en la tormenta, no su final.

Las defensas en la muralla estaban siendo reforzadas a toda prisa, y los legionarios y esclavos trabajaban sin descanso para reparar los daños ocasionados por los Shak'Thor. Las naves de la Mano seguían combatiendo en el espacio, pero más oleadas de enemigos llegarían. El Imperio nunca dejaba de luchar.

De repente, un oficial Ascendido se acercó a Rivon, con una expresión seria que sugería la urgencia de su presencia.

Rivon, ven conmigo — ordenó el oficial, sin dar explicaciones. Su tono de voz no dejaba espacio para preguntas.

Rivon lo siguió sin vacilar, dejando atrás la muralla y adentrándose en las profundidades de la fortaleza. Pasaron por corredores estrechos, donde los ecos de las órdenes resonaban a través de los altavoces, y los esclavos corrían de un lado a otro llevando suministros y realizando reparaciones. Las luces parpadeaban, señal de que el sistema de energía de la fortaleza había sufrido daños considerables durante el último asalto.

¿A dónde vamos? — preguntó Rivon, aunque sabía que la respuesta no importaba mucho. Él iría donde le dijeran, pero una parte de él estaba ansiosa por saber qué tipo de misión le esperaba ahora.

Te están asignando a una nueva operación — respondió el oficial mientras caminaba. — La Mano ha decidido que necesitas un rol más activo. Las habilidades que has mostrado no pueden ser desaprovechadas en simples defensas.

Rivon sintió una satisfacción fría al escuchar eso. Un nuevo rol, algo más desafiante. La guerra no le había dejado descansar, pero la violencia que sentía dentro de él lo mantenía en movimiento. No necesitaba descanso, solo más oportunidades para mostrar lo que podía hacer.

Finalmente, llegaron a una sala de mando en el corazón de la fortaleza. Pantallas tácticas cubrían las paredes, mostrando los movimientos de las naves enemigas y las posiciones de los Shak'Thor en el planeta. Un grupo de oficiales estaba reunido alrededor de una mesa, discutiendo las próximas estrategias. Uno de ellos, un Primus Ascendido, se giró hacia Rivon y el oficial que lo había traído.

Este es el hombre del que me hablaste — dijo el Primus, observando a Rivon con interés. Su armadura era más imponente que la de los Ascendidos menores, cubierta de símbolos y marcas de sus victorias pasadas. Sus ojos brillaban con un fervor inquebrantable. — He oído hablar de tu eficiencia en la batalla, Rivon. Es hora de que pongas tus habilidades a un uso mayor.

Rivon se mantuvo firme, sus ojos fríos, pero dentro de él, algo ardía. Las palabras del Primus Ascendido confirmaban lo que ya sabía: estaba hecho para la guerra.

Tu próxima misión es simple, pero crucial — continuó el Primus. — Los Shak'Thor siguen intentando infiltrarse en los niveles inferiores de esta fortaleza. Hay túneles subterráneos que conectan con antiguas estructuras de los primeros días del Imperio. Si logran abrirse camino hasta allí, podrían desestabilizar nuestras defensas desde dentro. Tu tarea es asegurarte de que eso no ocurra.

Rivon asintió. La idea de descender a los niveles inferiores y enfrentarse a los Shak'Thor en su propio terreno lo emocionaba. Sabía que, en esos túneles oscuros y estrechos, el combate sería diferente. Más cerrado, más brutal. Justo lo que él anhelaba.

No irás solo — agregó el Primus. — Un escuadrón de Ascendidos Menores te acompañará. No necesitamos legionarios en esta misión. Solo los mejores.

Rivon sonrió de manera casi imperceptible. Solo los mejores. Eso era todo lo que necesitaba escuchar.

Estad listos en una hora — ordenó el Primus. — El tiempo es crítico, y no podemos permitir que el enemigo gane terreno.

Rivon salió de la sala de mando, su mente ya enfocada en la próxima batalla. La misión en los túneles sería diferente a cualquier otra que hubiera enfrentado antes. El combate cercano, en un espacio reducido, lo obligaría a usar toda su fuerza y agilidad. No habría lugar para errores. Y más importante aún, sentía la anticipación por lo que vendría: más sangre, más destrucción.

Mientras se preparaba para descender, Rivon no pudo evitar sentir la misma emoción oscura que lo había acompañado desde el principio. Cada combate lo acercaba más a lo que realmente era. Y cuanto más luchaba, más claro le quedaba: la guerra era su destino, y estaba decidido a abrazarlo por completo.

Rivon avanzaba por los corredores de la fortaleza, su mente completamente centrada en la próxima misión. El combate en los túneles subterráneos sería brutal y cerrado, algo que no lo perturbaba en lo más mínimo. Había nacido para esto, aunque aún no comprendía del todo la magnitud de lo que le esperaba. Su sed de sangre solo crecía con cada batalla, y sabía que la oscuridad de los túneles solo intensificaría ese deseo.

Cuando llegó a la sala de armería, fue recibido por un oficial que lo esperaba con una armadura diferente a la que había usado hasta ese momento. Esta armadura no era la de un legionario, sino una de las de los Ascendidos Menores, forjada para aquellos que habían demostrado su valía en el campo de batalla. Cada Ascendido Menor tenía una armadura personalizada, decorada con símbolos y detalles que reflejaban sus victorias y hazañas.

Esto es para ti, Rivon — dijo el oficial, señalando la armadura. El metal oscuro brillaba bajo las luces, y sus líneas afiladas le conferían un aire de poder y precisión letal. — Has demostrado que no eres un simple legionario. Esta armadura te hará justicia.

Rivon observó la armadura en silencio, sus ojos recorriendo cada uno de los detalles. Era diferente de las armaduras de los demás Ascendidos Menores. Aunque no estaba adornada con los símbolos de victorias pasadas, el diseño hablaba de una brutalidad y eficiencia que encajaban perfectamente con la forma de combatir de Rivon. La armadura era una extensión de él, un reflejo de lo que había hecho en las batallas recientes.

Sin decir una palabra, Rivon comenzó a ponérsela. El metal se ajustaba perfectamente a su cuerpo, como si hubiera sido diseñada exclusivamente para él. Cada pieza encajaba con precisión, proporcionándole una protección sólida sin limitar su movimiento. La armadura no solo le daba resistencia, sino que también le ofrecía una sensación de poder que nunca antes había experimentado. Se sentía invencible.

No es solo la armadura — dijo el oficial, observando cómo Rivon ajustaba las últimas piezas. — También necesitarás algo más que un rifle de legionario.

El oficial se acercó a una vitrina y sacó un rifle de energía que emitía un leve zumbido mientras lo activaba. Era diferente a los rifles de los legionarios, más compacto y poderoso. Su tecnología estaba diseñada para los Ascendidos Menores, guerreros que necesitaban armas más versátiles y destructivas en combate.

Esto es lo que usan los Ascendidos Menores, un rifle de energía de alto impacto — explicó el oficial, entregándole el arma a Rivon. — Es más potente y preciso que los rifles estándar de los legionarios. Con esta arma, podrás causar el mayor daño posible antes de que el enemigo se acerque demasiado.

Rivon tomó el rifle en sus manos, sintiendo el peso equilibrado y la energía latente en su interior. No era como las armas que había usado antes; esta era más ligera, más rápida, pero su potencia era evidente. Podía disparar ráfagas rápidas de energía que podían desintegrar a los Shak'Thor con facilidad, y además, su tecnología permitía recargas más eficientes.

Esto será útil — murmuró Rivon, mientras revisaba el cargador del rifle y ajustaba la mira. El arma parecía una extensión natural de su cuerpo, un reflejo de su deseo por el combate perfecto. Sabía que este arma lo ayudaría a derribar a los enemigos antes de que llegaran lo suficientemente cerca para el combate cuerpo a cuerpo.

El oficial no terminó allí. También sacó de un compartimento cercano una espada de energía, similar a la que usaban los Ascendidos Menores. El filo de la espada brillaba con un resplandor azul, emitiendo un suave zumbido cuando fue activada.

Y esta será tu espada — dijo el oficial, ofreciéndosela a Rivon. — La necesitarás en los túneles. Los espacios serán cerrados, y no siempre podrás depender del rifle. Esta espada ha sido diseñada para cortar a través de cualquier cosa, incluso las armaduras de los Shak'Thor.

Rivon aceptó la espada con una leve inclinación de cabeza, examinando el filo con detalle. Su peso era perfecto, y con solo un movimiento, el arma cortaba el aire con una velocidad mortal. Sabía que, cuando llegara el momento de usarla, no habría nada que se interpusiera en su camino.

Tienes todo lo que necesitas ahora — dijo el oficial, satisfecho al ver a Rivon completamente equipado. — Esta armadura, el rifle y la espada te ayudarán a cumplir con tu misión. No falles.

Rivon no respondió de inmediato. No necesitaba palabras. Sabía que la guerra en los túneles sería brutal y violenta, pero eso era lo que buscaba. El espacio cerrado, la oscuridad, y el peligro inminente le ofrecían la oportunidad perfecta para desatar todo lo que llevaba dentro. Estaba preparado para matar, y ahora tenía las herramientas adecuadas para hacerlo de la manera más eficiente posible.

Cuando salió de la armería, Rivon notó las miradas de los Ascendidos Menores que lo observaban desde los pasillos. Sabían que no era uno de ellos, pero había algo en su postura, en la forma en que llevaba la armadura, que les decía que él pertenecía a su nivel. Rivon no era solo un soldado más, y aunque ellos no sabían exactamente por qué, lo respetaban.

Uno de los Ascendidos se acercó, revisando su propia espada antes de dirigirse a Rivon.

Nos esperan en los túneles — dijo, su voz resonando con una gravedad que indicaba la importancia de la misión. — Será un combate cerrado. Asegúrate de estar listo para lo peor.

Rivon asintió, ajustando su nuevo casco y comprobando el rifle una vez más. Sabía que no sería fácil, pero la promesa de más sangre y destrucción lo mantenía alerta. Los túneles subterráneos serían el lugar perfecto para que sus verdaderos instintos tomaran el control.

Rivon avanzaba por los pasillos de la fortaleza con pasos firmes y seguros. Cada paso resonaba en el suelo de metal bajo sus pies, haciendo eco a lo largo de los corredores vacíos. La armadura que ahora llevaba, ajustada perfectamente a su cuerpo, le confería una sensación de poder que nunca antes había experimentado. Era como si cada pisada fuera la de un tanque, aplastando cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

El metal bajo sus botas crujía levemente con cada movimiento, y el peso de la armadura, aunque considerable, no lo ralentizaba en absoluto. De hecho, se sentía más ligero, más fuerte que nunca. La energía que fluía a través del traje de combate amplificaba sus movimientos, haciendo que todo pareciera más fluido, más natural. Rivon sabía que, con esta armadura, era más que un simple humano. Ahora se sentía como una máquina de guerra, imparable, indestructible.

Los Ascendidos Menores que lo acompañaban caminaban a su lado, pero Rivon notaba la diferencia. Aunque todos llevaban armaduras similares, la suya parecía resonar con una fuerza especial. Cada paso lo acercaba más a su destino, pero también le recordaba lo lejos que había llegado desde sus días como esclavo.

No te detengas — murmuró uno de los Ascendidos que caminaba a su lado, percibiendo cómo Rivon examinaba su entorno y a sí mismo. — Nos esperan en los túneles.

Rivon no necesitaba la advertencia. Sus pensamientos ya estaban enfocados en lo que venía. El combate en los túneles subterráneos sería diferente, más intenso y brutal que cualquier cosa que hubiera enfrentado antes. El espacio cerrado, la oscuridad que envolvía las antiguas estructuras del Imperio, harían que el combate fuera mucho más personal, y Rivon sabía que eso solo lo beneficiaría.

Mientras caminaban hacia la entrada de los túneles, Rivon no podía ignorar el poder que sentía crecer dentro de él. Cada vez que su cuerpo se movía, cada vez que su armadura respondía a sus comandos, sentía cómo su fuerza aumentaba. Era como si la armadura no solo lo protegiera, sino que también potenciara sus propios instintos. Su sed de sangre, el deseo de destrozar a sus enemigos, crecía con cada paso que daba.

Nunca había visto algo así — murmuró uno de los Ascendidos, observando cómo Rivon avanzaba. — Tu forma de moverte… es como si fueras más que uno de nosotros.

Rivon no respondió. Sentía las miradas de los otros Ascendidos, y aunque ellos no entendían lo que él estaba experimentando, sabían que había algo diferente en él. Él no era como ellos, pero no les debía explicaciones. La guerra era su territorio, y el poder que ahora sentía lo hacía más fuerte con cada segundo que pasaba.

Al llegar a la entrada de los túneles, Rivon se detuvo un momento, observando la oscuridad que se extendía ante ellos. El zumbido de su rifle vibraba levemente, como si el arma misma supiera lo que estaba por venir. El túnel era estrecho, con apenas espacio para dos soldados lado a lado. Las luces parpadeaban, revelando las paredes metálicas que llevaban siglos sin ser tocadas.

Recuerda, en los túneles no hay margen para errores — dijo el oficial al mando, girándose para enfrentar a Rivon y los otros Ascendidos. — Cada paso que demos será hacia lo desconocido. Pero no vamos a retroceder. No dejaremos que los Shak'Thor tomen esta fortaleza desde abajo.

Rivon asintió, ajustando el visor de su casco y activando la visión nocturna. El combate sería en la oscuridad, pero él estaba preparado. El peso de su armadura, el sonido del rifle y la espada en su espalda, le recordaban que estaba listo para todo. Sus pasos, que hasta ahora habían resonado como los de un tanque, pronto serían silenciosos y letales, listos para derribar a cualquier cosa que se cruzara en su camino.

Adelante — ordenó el oficial, y Rivon fue el primero en entrar en los túneles, desapareciendo en la oscuridad.

Nächstes Kapitel