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Ella lo pensaba así, pero no lo dijo en voz alta. Algunas cosas es mejor no decirlas por el bien de ambas partes.
Especialmente entre ella y Qin Lingling, que solían ser tan cercanas.
Si no podían seguir siendo amigas, ser extrañas era lo suficientemente bueno, pero ser enemigas era terrible.
—Siempre te he considerado una buena amiga —asintió.
Qin Lingling soltó una risa vacía, aparentemente feliz en la superficie, pero en realidad se burlaba de esa frase —Yo también... Ya que estoy libre hoy, ¿por qué no cenamos juntas?
—No es necesario, tengo algunas cosas que hacer. Continúa, no te molestaré más.
—Está bien, nos pondremos al día en otro momento y tendremos una conversación sincera.
Las dos se separaron con despedidas poco sinceras, y después de un rato, sus expresiones se volvieron frías.
Qin Lingling especialmente, con una sonrisa de desdén en sus labios y una mirada asesina en sus ojos, sus puños cerrados temblaban violentamente.
Rong Shengsheng no debe vivir...
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