Ahora, Arabella se ofendió mucho por las palabras del señor Wallace y no tenía la intención de quedarse callada al respecto.
—Por favor señor, ¿podría hablar con más cortesía? Podré ser una don nadie pero sigo siendo humana. Sin ofender, es usted mayor, así que esperaría que fuera lo suficientemente sabio para saber que no puede hablar con cualquier persona de esa manera.
—¿Qué acabas de decirme? —preguntó él, mirándola más intensamente como si fuera posible hacerla desaparecer de su vista en ese momento—. ¿Tus padres no te enseñaron modales, chica?
—Mis padres me enseñaron muy buenos modales. Puedo asegurárselo. Pero también me dijeron que nunca debería dejarme pisotear por algún viejo arrogante y respetable —respondió ella, cruzando los brazos sobre su pecho mientras le devolvía la mirada.
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