—Te quiero como persona, no por tu cuerpo. Espero que podamos enfrentarlo juntos, no huir. Lo siento, Wan wan. No debería haberte dejado calmarte sola. Debería haber estado contigo. Es mi culpa.
—¿Puedes no dejarme atrás también? Realmente tengo miedo de perderte.
Jing Chen abrazó a Su Wan con fuerza, como si temiera que Su Wan se fuera de nuevo. Era como si quisiera integrarla a su cuerpo y no estuviera dispuesto a soltarla.
Su Wan estaba tan conmovida que sintió un nudo en la garganta. Aunque no podía respirar, estaba dispuesta a soportarlo y abrazó fuertemente a Jing Chen. —Jing Chen, gracias. Gracias por decirme estas cosas.
Su Wan contuvo las lágrimas y sollozó. —Pero Jing Chen, lo que quiero decirte es que no pasó nada entre esa persona y yo anoche. Todavía soy tu Su Wan. Siempre seré tuya.
Jing Chen empujó suavemente a Su Wan y la miró con afecto. —Te creo.
No importa qué, te creo.
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