Jing Chen se sentía bastante impotente ante las palabras de Su Wan.
—¿Por quién estaba haciendo eso? Era por ti. Fui a buscar justicia para ti. ¿Cómo puedes seguir pensando en mí de esa manera? —Ese día, ella no podía caminar, así que se agarró de mí. Se fue inmediatamente después de que la acompañé. Incluso quise buscarte para resolver este asunto, pero no querías verme.
—Te he dicho muchas cosas por WeChat. ¿Todavía no lo has visto?
Su Wan frunció los labios.
—Tienes razón, pero nadie sabe lo que pasó en ese entonces.
Al ver lo infeliz que parecía, Jing Chen sabía que este asunto no podía continuar así. Hizo una pausa por un momento y continuó:
—Entonces, ¿cuáles son tus pensamientos? Puedes decírmelos.
—Lo que pienso no es importante. Lo importante siempre has sido tú, ¡Jing Chen!
La ira en las palabras de Su Wan hizo temblar a Jing Chen. La miró fijamente y dijo con firmeza:
—Siempre he estado pensando en ti. Este pensamiento nunca ha cambiado.
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