Una semana había pasado desde que Angélica llegó a la casa de Lord Greens. Las tareas se volvían más fáciles cuanto más aprendía, y se había hecho íntima de las otras criadas. Le sorprendió cuánto podía aprender en tan poco tiempo y de alguna forma disfrutaba haciendo el trabajo. No sentía que estuviera perdiendo su día intentando descubrir qué hacer o cómo pasar el resto de su jornada. Lo único que extrañaba eran sus libros y lo que probablemente nunca extrañaría eran sus vestidos lujosos que le aplastaban las costillas. Y por supuesto, a quién más extrañaba era a su hermano. ¿Se preguntaba cómo estaría él?
Angélica pensó en tratar de encontrar una forma de mandarle una carta y hacerle saber que estaba bien. Quería saber cómo estaba él. ¿Estaba comiendo bien? ¿Dormía bien? ¿La gente estaba siendo muy dura con él?
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