Siento el olor del café envolviéndome, nunca me ha gustado tomar café diario pero el aroma es delicioso, observo el reloj en la mesa de noche, son pasadas las seis de la tarde, escucho a mis hermanos en el piso de abajo, parece que están jugando videojuegos a todo volumen, salgo de la cama para bajar a tomar un vaso con agua, paso frente a la habitación de mis padres, la puerta está entre abierta como siempre, ellos no se encuentra en casa, de hecho casi nunca están aquí, mi madre es cirujana y sus horarios son irregulares y extenuantes, es difícil coincidir con ella y cuando lo conseguimos ella está sumamente agotada, con respecto a mi padre, es una historia similar, él es agente del FBI, hace largas y peligrosas investigaciones, se mantiene días fuera de casa en muchas ocasiones, siempre ha sido de esta forma y a medida que fuimos creciendo entendimos que nuestros padres no estarían presentes la mayor parte del tiempo, nos adaptamos a convivir entre nosotros y a asumir responsabilidades, mi hermano Travis, es el mayor, está en el tercer año de la universidad, a él le gusta mucho ver el fútbol, es fan del Manchester United, él se encarga de cuidarnos, de cocinar para todos y pone el orden en casa cuando papá y mamá no están, por lo general Steve y yo peleamos por muchas cosas, incluyendo el control remoto, cuando pone su música a todo volumen o toca su guitarra con amplificador y por usar el auto de papá cuando no está. Steve está en el primer año de universidad, a él le gusta la música, en especial el rock alternativo, tiene algunas colecciones de discos de sus bandas favoritas, también toca la guitarra, el bajo y la batería, él se encarga de hacer las compras cuando mamá no tiene tiempo, también mantiene el jardín limpio y con el césped recortado, por mi parte soy la menor, estoy en el penúltimo año de escuela, me gustan las películas de terror, de suspenso y también las que tratan de zombis, me gustan los videojuegos y el basquetbol, de hecho estoy en el equipo de la escuela, no soy la mejor pero voy mejorando poco a poco, mi tarea es mantener la casa limpia y ordenada, de esa forma nuestros padres confían en nosotros y nos dejan salir prácticamente cuando queramos, media vez estemos en casa devuelta antes de media noche y nos reportemos con regularidad.
Continúo mi camino hacia la cocina, bajo las escaleras hasta la sala donde efectivamente están Travis y Steve jugando.
— ¿Puedes traernos café? — Pregunta Steve sin dejar de jugar.
— Voy a tomar agua y luego vengo con el café. — Le indico sin dejar de caminar.
Entro a la cocina, tomo un vaso de la estantería, saco del refrigerador el pichel de agua helada, me sirvo un poco y lo devuelvo al refrigerador, me siento en la mesa de la cocina para beber el agua mientras reviso mis redes sociales, al acabar lavo el vaso en el fregadero, tomo dos tazas blancas de la estantería y sirvo el café para mis hermanos, ellos no lo toman con azúcar así que ni siquiera me tomo la molestia de preguntar si quieren.
De pronto se deja de escuchar el sonido del videojuego, es un cambio muy abrupto de ambiente, por un segundo creo que se fue la luz hasta que veo que el microondas sigue indicando la hora, son las 6:35 pm, tomo ambas tazas y salgo de vuelta a la sala para investigar qué sucedió, al entrar veo a dos hombres apuntando a mis hermanos con armas largas, Travis y Steve tienen las manos levantadas, al ver esta escena me congelo, ambas tazas se caen de mis manos, por suerte no derramé el café encima de mí, siento las piernas temblorosas y las manos heladas como un tempano de hielo, no puedo siquiera gritar del terror que siento.
— Todos abajo. — Grita uno de ellos. — Entren al sótano. — Ordena.
Travis y Steve me abrazan y me guían escaleras abajo donde los sujetos nos siguen muy de cerca, en ese momento por algún motivo comienzo a memorizar lo que puedo, ambos usan pasamontañas, ambos tienen tatuajes, uno tiene una calavera con un diente de oro en el antebrazo y la palabra "Hope" escrita en su mano izquierda y el otro tiene el rostro de una mujer en su brazo y la palabra "Love" una letra en cada nudillo de su mano izquierda.
— No intenten alguna estupidez. — Dice el otro. — Nadie saldrá lastimado si hacen lo que decimos.
— ¡¿Entienden?! — El primero levanta su arma para amenazarnos.
— Sí. — Responde Travis. — Entendemos, vamos a colaborar, solo no nos hagan daño.
— Chico listo, así me gusta. — Dice el segundo.
— ¿Qué es lo que quieren? — Pregunta Steve.
— Para empezar, queremos sus teléfonos.
Muy nerviosa intento sacar mi celular del bolsillo del pantalón, pero este se enreda en mi cárdigan, Travis me ayuda a desenredarlo y se lo da al primer sujeto junto al suyo, Steve se lo da seguidamente.
— Ahora, mientras espero más instrucciones vamos a ver que objetos de valor pueden darnos.
— ¿Qué haces? A eso no venimos aquí. — Lo interrumpe el segundo hombre.
— Cálmate, seguimos con el plan original, solo estoy sacando un poco más de provecho a la situación.
— Al jefe no le agradará que perdamos el tiempo y la concentración en eso
— No tiene por qué enterarse, ¿no crees?
— Bien. — Dice entre dientes. — Pero repartimos cantidades iguales.
— ¡Por supuesto!
— Espero que haya algo bueno.
— A ver, tú. — Señala a Travis. — Llévame a donde tus padres guardan las cosas de valor.
— Es arriba en su habitación. — Responde Travis intentando estar lo más calmado posible.
— Vamos. — Lo apunta con el arma.
El primer sujeto se va con Travis mientras el segundo se queda con Steve y conmigo.
— Pueden sentarse en el suelo, pero no intenten nada.
Mis temblorosas piernas me hacen caer sentada al intentar hacerlo, Steve se sienta junto a mí, soba delicadamente mi espalda como para reconfortarme.
— Mira lo que tenemos aquí. — Grita desde el segundo piso el otro hombre.
El hombre voltea a ver a la puerta y luego nos ve a nosotros.
— Ya regreso, no hagan nada estúpido.
El hombre cierra la puerta con llave al salir, Steve se pone rápidamente de pie y abre la ventana que da hacia el jardín.
— Tu entras por allí, debes ir con el vecino y llamar a la policía.
— Pero... Travis.
— Ve con el vecino y llama a la policía.
— No... Qué pasa si...
— Si nos quedamos aquí sin hacer nada nos van a matar, ya deja de discutir conmigo y hazme caso por una vez en tu vida, tranquila ¿Sí? Sé que tienes miedo. — Me toma por los hombros. — Pero debes ser fuerte, saldrás de aquí y vas a pedir ayuda.
— Está bien. — Limpio mis lágrimas.
Steve me ayuda a llegar a la ventana, con todas mis fuerzas me aferro a la ventana que está casi llegando al techo y salgo poco a poco por allí arrastrándome en el césped, por el esfuerzo lastimo mis manos al hacer tanta fuerza, también siento ardor en las uñas ya que entierro los dedos en el césped para ayudarme a salir, toda mi ropa queda manchada con tierra, al terminar de salir corro lo más rápido que puedo hasta la casa del señor Willis, toco su puerta una y otra vez mientras recobro el aliento.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué tocas la puerta así niña?
Empujo al señor Willis hacia adentro y cierro la puerta, el me observa aterrado sin saber que ocurre.
— ¿Qué estás haciendo? — Pregunta molesto.
Sin responder tomo el teléfono de su sala para llamar a la policía, el señor Willis observa atentamente cada uno de mis pasos.
— 911 ¿Cuál es su emergencia?
— Hay dos hombres armados en mi casa tienen a mis dos hermanos de rehenes, ahora mismo están ambos hombres en el segundo piso con uno de mis hermanos, el otro está encerrado en el sótano.
— Estoy enviando a la policía hacía su domicilio, ¿usted se encuentra en un lugar seguro?
— Estoy a salvo sí, eso creo, estoy en casa de un vecino.
— Bien, no se mueva de allí, cierren puertas y ventanas, no se asomen a estas por ningún motivo. La ayuda está a tres minutos de allí.
— Gracias. — Digo con una temblorosa voz. — Mi padre es agente del FBI ¿Cree que pueda contactarlo? Su nombre es Peter Kloss.
— Haré lo posible por contactarlo, no se preocupe.
Aquellos minutos parecen una eternidad, a lo lejos se escuchan las sirenas, es un sonido casi imperceptible, pero me siento aliviada por un momento hasta que pienso en que el sonido va a alertarlos. Haciendo caso omiso de las instrucciones del operador, abro la puerta para salir de la casa del señor Willis, las sirenas se escuchan cada vez más cerca, de repente un disparo ensordecedor se escucha provenir del sótano de mi casa, seguido de otros dos y luego... nada, me quedo en shock a mitad del jardín del vecino, veo como ambos hombres entran a su auto y se marchan a toda prisa de allí.
Corro hacía mi casa, en la sala no hay señales de mis hermanos así que decido ir directamente al sótano, mis temblorosas piernas a penas si obedecen a mi cerebro, bajo erráticamente las escaleras hasta llegar abajo, no parece haber nadie, pero la puerta de la lavandería está cerrada, recuerdo que antes de salir de allí esta estaba abierta. Abro la puerta de golpe para encontrarme con aquella desgarradora escena, al ver a mis hermanos tendidos en el suelo se me para el corazón un segundo, los veo uno junto al otro rodeados de un charco de sangre, comienzo a llorar desconsoladamente, cuando veo a Travis moverse.
— Travis.
Corro hasta él para observarlo mejor, el parece solo sangrar del hombro, le quito el suéter para poder ver de donde proviene la sangre, al ubicar la herida le doy una camisa de la cesta de ropa.
— Haz presión. — pongo la camisa en su mano y la guío hasta la herida.
Camino en cuclillas hasta llegar a Steve, él tiene mucha sangre en el pecho y abdomen, sus ojos están fijos en el techo, sé que sigue con vida porque su mano tiembla mientras toma el crucifijo que tiene su collar.
— Todo va a estar bien Steve.
Abro su suéter y levanto su camisa para buscar las heridas. Hay una en el centro del pecho y otra a un costado en su abdomen, tomo dos prendas de la cesta y las uso para hacer presión en las heridas para así frenar el sangrado.
— Lo siento mucho. — Digo entre lágrimas.
— No es tu culpa. — Responde Steve poniendo su mano en la mía. — Hiciste lo que pudiste.
Las sirenas siguen sonando afuera pero no aparece nadie por la puerta para ayudar.
— Ayuda. — Grito con todas mis fuerzas. — Ayuda.
— ¿Podrías decirle a mamá y papá que los quiero? — Susurra Steve.
— Se los dirás tú, no digas esas cosas.
— Los quiero a ustedes dos, mucho, aunque no lo diga seguido.
— Steve... Para... No sigas. No. — Me quiebro en llanto.
— Dile a ella que la amo.
— Steve...
— Promete que les dirás. — Aprieta mi mano con fuerza.
— Lo prometo.
En ese momento lo veo tomar su último aliento, grito tan fuerte que lastimo mi garganta, grito muy fuerte hasta quedarme sin aliento.
— Katrina, despierta. — Escucho una voz a lo lejos. — Kate, es solo un sueño.
Despierto sudando frío, con los ojos llenos de lágrimas y con ambas manos aferradas a las sábanas, me duelen los nudillos de la fuerza excesiva que hice, también siento un ardor leve en la garganta, seguramente estuve gritado dormida otra vez.
— Todo está bien. — Me abraza Jen. — Ese sueño otra vez ¿No? — Escucho como se entrecorta su voz.
Yo continúo en shock, aun recuperando el aliento y la consciencia.
— Te escuché gritar de nuevo, hace tiempo no lo hacías, me asusté por un momento.
— Lo siento. — Digo con una débil voz. — No quise despertarte.
Veo el reloj en la mesa de noche, son las 6:49 am.
— No tienes por qué disculparte, sabes que entiendo a la perfección lo que sucede, otra vez soñaste con ese día ¿No?
Asiento para confirmar sus palabras.
— Entiendo que no quieras hablar de ello.
— No sé porque cada vez recuerdo más detalles, es doloroso. Ya tenía mucho tiempo de no soñarlo.
— Sí, más de tres meses, pero es normal, sufriste un trauma, además lo extrañas.
— Es mi inconsciente castigándome, lo merezco.
— No digas eso, él no querría que te sintieras así. Tranquila, ya no pienses en ello ¿Quieres ver un poco de televisión?
— No, regresa a dormir, aun es temprano.
— Me quedo contigo. – Se acomoda junto a mí.
— Gracia Jen.
Me quedo aun unos minutos despierta tratando de tranquilizarme un poco, intento no moverme mucho para no despertar a Jen quien se quedó dormida con tan solo poner la cabeza en la almohada.