Un día, mientras Frajesmate exploraba los alrededores, vio cómo los soldados Oftalmolecusanos golpeaban a un pobre indígena. La visión de la brutalidad despertó en él una ira ardiente y una determinación feroz. Sin pensarlo dos veces, agarró una piedra del suelo y se lanzó hacia los soldados.
Con un grito de furia, Frajesmate golpeó a los soldados, derribándolos con un golpe certero y devastador. En el caos, logró liberar al indígena de sus ataduras y lo ayudó a escapar hacia la seguridad del bosque. La adrenalina recorría su cuerpo mientras corrían, el sonido de los gritos de los soldados resonando a lo lejos.
Skavila, quien había salido a buscar a Frajesmate, llegó justo a tiempo para presenciar la confrontación. Su corazón se aceleró al ver a su protegido en peligro. Corrió hacia Frajesmate y, sin perder un segundo, lo arrastró hacia el refugio.
La preocupación y el miedo se reflejaban en los ojos de Skavila. Sabía que la valiente pero impulsiva acción de Frajesmate podría haber desencadenado una serie de consecuencias peligrosas para ambos. Mientras corrían de regreso, Skavila no podía evitar imaginar las represalias que podrían enfrentar.
Una vez dentro del refugio, Skavila cerró la entrada y se volvió hacia Frajesmate, su rostro una mezcla de alivio y enojo. "¿Qué estabas pensando?" exclamó, su voz temblando de emoción. "Podrías haber muerto, y ahora los soldados estarán buscando venganza."
Frajesmate, aún jadeante, levantó la mirada hacia su mentor. "No podía quedarme de brazos cruzados mientras torturaban a ese hombre. Tenía que hacer algo."
Skavila suspiró profundamente, pasando una mano por su rostro cansado. "Lo sé, Frajesmate. Lo sé. Pero debemos ser más cuidadosos. No podemos permitirnos arriesgar nuestras vidas de manera tan imprudente."
Esa noche, la atmósfera en el refugio estaba cargada de tensión. Frajesmate se sentó junto al fuego, su mente reviviendo el encuentro. Cada golpe, cada grito, cada mirada de terror en el rostro del indígena, todo estaba grabado en su memoria. La ira y la frustración se mezclaban con un sentido de justicia que no podía ignorar.
Skavila, por su parte, estaba preocupado por las posibles represalias. Sabía que los soldados no dejarían pasar la afrenta sin castigo. Se acercó a Frajesmate y se sentó a su lado, el fuego proyectando sombras en sus rostros.
"Frajesmate," dijo Skavila en voz baja, "entiendo tu deseo de justicia. Pero debemos pensar en el futuro, en cómo nuestras acciones afectan a todos los Dominitianos. Si actuamos impulsivamente, podríamos poner en peligro a más personas."
Frajesmate asintió, comprendiendo la gravedad de las palabras de Skavila. "Lo sé, Skavila. Pero no puedo ignorar lo que vi hoy. No puedo quedarme sin hacer nada mientras nuestra gente sufre."
Después de una larga conversación, Skavila y Frajesmate decidieron que debían ser más estratégicos en sus acciones. Planearían sus movimientos cuidadosamente, asegurándose de minimizar los riesgos y maximizar el impacto. Frajesmate comenzó a entrenar aún más duro, no solo en combate, sino también en tácticas de guerrilla y espionaje.
Skavila también se dio cuenta de que debía confiar más en Frajesmate y su capacidad para tomar decisiones. Juntos, idearon planes para socavar el poder del virreinato de Oftalmolecusamp, usando la inteligencia y la astucia tanto como la fuerza bruta.
Frajesmate se comprometió aún más profundamente con la causa. Sabía que la libertad y la justicia no serían fáciles de alcanzar, pero estaba dispuesto a luchar con todas sus fuerzas. Cada día, se preparaba para el próximo enfrentamiento, listo para enfrentarse a los soldados y liberar a su pueblo.
Las consecuencias de su acción impulsiva le enseñaron una valiosa lección sobre la importancia de la estrategia y la paciencia. Con la guía de Skavila y su propia determinación, Frajesmate estaba más preparado que nunca para liderar a su pueblo hacia un futuro libre de opresión y tiranía.