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La Despedida

La partida estuvo llena de lágrimas y despedidas emotivas. Los seres del claro, pequeños y grandes, se reunieron alrededor del niño y Skavila, creando un círculo de protección y amor. El niño, aunque aún no comprendía completamente lo que estaba sucediendo, sintió la tristeza en el aire. Sus grandes ojos miraban a los seres que habían sido su familia, y una confusión profunda se reflejaba en su mirada. Se aferró a Skavila, buscando consuelo en el calor y la seguridad de sus brazos.

Terramat, con su imponente figura de cinco metros, se acercó al niño por última vez. Sus siete ojos, especialmente el central, brillaban con una mezcla de tristeza y esperanza. Con un gesto cuidadoso, Terramat acarició la cabeza del niño con uno de sus brazos traseros, transmitiéndole un último mensaje de apoyo y protección. Los otros seres, pequeños y grandes, hicieron lo mismo, creando un momento de conexión profunda y silenciosa.

El niño, aunque no comprendía las palabras, sentía la emoción y el significado detrás de ellas. Se apretó más fuerte contra Skavila, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Skavila, conmovido por la despedida, también dejó escapar algunas lágrimas. Aunque no conocía completamente a estos seres, entendía la profundidad del sacrificio y la confianza que estaban depositando en él.

El bosque los envolvió lentamente mientras se alejaban, las sombras y la vegetación cerrándose a su alrededor. Cada paso que daba Skavila, acompañado del niño, resonaba con el eco de la partida del niño del cielo. Los sonidos del bosque, el crujido de las hojas y el susurro del viento, parecían despedirlos en un lamento suave y melancólico.

Los seres del claro se quedaron en silencio, observando hasta que Skavila y el niño desaparecieron de su vista. Sus ojos brillaban con una mezcla de esperanza y tristeza. Sabían que este no era un adiós definitivo, sino el comienzo de un nuevo capítulo para el niño del cielo. Las cuevas luminosas y los túneles, que habían sido el hogar del niño, ahora resonaban con el eco de su partida, una memoria que permanecería en sus corazones para siempre.

Terramat, con una última mirada hacia la dirección en que se habían ido Skavila y el niño, pronunció una oración silenciosa por su seguridad y éxito. Luego, giró hacia su comunidad, sabiendo que aunque el niño ya no estaba con ellos, su espíritu y propósito seguían vivos en cada uno de los seres del claro. Con determinación renovada, Terramat guió a su gente de vuelta a su hogar subterráneo, listos para enfrentar cualquier desafío que viniera, sabiendo que habían hecho lo correcto.

La partida del niño del cielo dejó una marca indeleble en el claro y en los corazones de aquellos que lo cuidaron. Aunque el claro quedó en silencio, ese silencio estaba lleno de promesas y de la esperanza de un futuro mejor, no solo para el niño y Skavila, sino también para todos los seres que habían formado parte de esta historia extraordinaria.

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