En un día nublado y gris, cuando el cielo parecía cargado de misterios ocultos, algo increíble sucedió. Las nubes se arremolinaban de manera inquietante, como si guardaran un secreto inminente. El viento susurraba a través de los árboles, trayendo consigo un presagio de cambios. De repente, un destello brillante rompió la monotonía del cielo, capturando la atención de todos los que miraban hacia arriba.
De las alturas, descendió a toda velocidad un bulto pequeño y envuelto en luz. Parecía desafiar la gravedad, moviéndose con una velocidad asombrosa y dejando tras de sí una estela de brillo. A medida que se acercaba al suelo, la luz que lo rodeaba se intensificaba, iluminando el claro del bosque con una claridad sobrenatural. Cayó como un saco de papas, golpeándose fuertemente contra el suelo de un claro en un territorio desconocido. El impacto levantó una nube de polvo y hojas secas, creando una pequeña explosión que se sintió a varios metros a la redonda.
El estruendo resonó por el área, atrayendo la atención de las criaturas del bosque. De todos los rincones del bosque, ojos curiosos y cautelosos se dirigieron hacia el claro. Los sonidos de la caída y el destello de luz habían perturbado la paz de la naturaleza, llenando el aire de un suspense palpable.
Entre los matorrales y los árboles, las criaturas más pequeñas se detuvieron en seco, levantando sus cabezas y olfateando el aire en dirección a la conmoción. Aquellos más grandes, movidos por la curiosidad, se acercaron lentamente, manteniéndose ocultos en las sombras del follaje. La atmósfera estaba cargada de una energía extraña, como si el bosque mismo contuviera la respiración, esperando a ver qué sucedería a continuación.
El bulto pequeño que había caído del cielo yacía en el centro del cráter formado por el impacto, todavía envuelto en un resplandor tenue que comenzaba a desvanecerse. Las criaturas, sensibles a cualquier cambio en su entorno, se acercaron con pasos cuidadosos, sus instintos naturales en conflicto entre la curiosidad y el miedo. Los susurros del viento y el crujido de las hojas bajo sus pies eran los únicos sonidos en el claro, mientras la vida salvaje del bosque se detenía para observar el fenómeno celestial.
El aire estaba cargado de una expectativa silenciosa. Algo extraordinario había ocurrido, y aunque las criaturas no podían comprender completamente el significado de lo que veían, sentían que era el comienzo de algo grande y desconocido. La caída del niño desde el cielo, un bebé envuelto en luz, había marcado el inicio de una nueva era, un capítulo lleno de misterios y aventuras que apenas comenzaba a desplegarse.