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Capítulo 8EL REGRESO Y LAS MENTIRAS…

Capítulo 8

EL REGRESO Y LAS MENTIRAS…

Así, caminamos bajo la luz de la luna tomados de la mano mientras nos embriagamos de felicidad frente al cálido Mar de las Antillas y su brisa cordial y maravillosa… nada podría arruinar este bellísimo y dulce momento… hablamos tanto como quisimos, reímos, lloramos, nos abrazamos y todo parecía señalar que íbamos por buen camino…

A la mañana siguiente fuimos de compras por las pequeñas tiendas del barco, pues no podía lucir siempre igual, ya que la gente solía confundir a Dylan con Ryan.

Pero como la felicidad no es para siempre, Eros y Afrodita se aparecieron.

Af: ¡Ven Zorro, tus siete años inmortales apenas comienzan!

Así, Afrodita lo tomó seductoramente y desapareció al instante con él…

En voz alta dije: «¿En serio? apenas regresó ese desgraciado, ¿y ahora otra vez se va…?».

E: Pequeña sierva, ya te lo dije antes, si no eres mía no serás de nadie.

G: ¿Cómo usted puede ser tan codicioso, señor? E: Eso es, porque tu indiferencia me atrae.

De pronto Apolo camina hacia nosotros interrumpiendo la conversación, tomando mi mano y alejándome de Eros.

A: Galt, mira detenidamente los cielos y dime qué dicen.

G: No lo sé, no leo las estrellas.

A: Tonta, las estrellas están proyectando en el cielo el nombre de Casandra.

G: ¿Y eso que tiene que ver conmigo, Apolo?

A: Que ya es una señorita la hija de Hebeca, tiene veinte años y es más hermosa que el firmamento.

G: Cielos, eso quiere decir que te casarás pronto, Apolo.

A: Lo que dije aquella vez para evitar un matrimonio, sucede justo ahora, creo que me he enamorado de ella, pero no puedo decirle que soy un dios.

G: Si me pides consejos a mí, créeme que no te los podría dar, solo mira mi desastre amoroso nada más y lo entenderás.

A: Lo siento Galt, debo ir a verla, no puedo dejar de seguirla.

Así, feliz por Apolo a quien parece que todo le marchaba bien, sentí celos de que ellos sí iban a poder alcanzar la felicidad.

Por su parte, Eros, lleno de alegría se reunió con Dylan para otorgarle un trato, según el cual él debería enamorarme lo más pronto posible y si lo conseguía, Eros le concedería un deseo; y como de ambas partes no hubo demandas sino más bien complicidad, Dylan aceptó.

Yo miraba el mar deseando llegar pronto para acabar con este tormento, preferiría ahogarme en el trabajo que recordar que Ryan no volvería…

Me dirigí ofensivamente contra el Cielo y la Tierra, pues descaradamente deseaba a mi amante, sabía que era imposible volver a verlo, pero no podía engañarme ya que sentía que él era mi otra mitad.

Pronto terminó el crucero lo cual fue un alivio para mí y al bajar, vi a Dylan rodeado de mucha gente por lo que era imposible despedirnos, por ello, me marché sin dar vuelta ni mirar atrás…

Al llegar a casa solo podía dormir y así fueron pasando los meses y el tiempo parecía favorecerme, ya que estaba tan ocupada que no tenía tiempo para pensar en nadie más.

Un día, espoleada por la curiosidad, busqué Dylan por Internet saliéndome varias personalidades con ese nombre, hasta que lo encontré como Dylan Boxu, propietario de la gran mayoría de las empresas y aerolíneas del país. Enseguida recordé que hacía apenas unos pocos meses, esa persona estuvo compartiendo en un crucero conmigo, a pesar de ser él toda una celebridad mundial… y pensé: «Cosas de la vida…».

Al llegar a mi trabajo al día siguiente, noté un ambiente extraño al entrar, tomándome por sorpresa ver a Dylan discutiendo en público con el jefe.

«Sólo espero que el proceso no sea lento o retiraré mi inversión primero, como director, no eres un buen profesional», le increpó a mi jefe. «En segundo lugar, no sabes respetar a tus empleados.»

J: ¡Señor Boxu!, si dije algo inadecuado fue porque estaba ansioso.

D: Pida disculpas entonces a sus empleados.

J: No es necesario señor Boxu.

D: ¡Pida disculpas! Ahora.

J: Está bien, lamento haberlos tratado mal en el pasado.

Viendo esa escena tan peculiar me apresuré hacia mi puesto de trabajo, pero por accidente, derramé el té caliente sobre la ropa de Dylan. ¡Oh por Zeus!, esto no podía estar ocurriendo.

Al instante, Dylan se volteó rápidamente para ver quien lo había mojado; bajé mi rostro para que no me viera, pero él se agachó y levantó mi mentón con delicadeza a pesar de estar furioso.

D: ¿Por qué te escondes Galt?, ¿acaso estás consciente de lo que acabas de hacer?, sígueme por favor.

Terminando de decir esto último, me tomó del brazo y salimos de inmediato para ir a su casa y yo, estaba toda nerviosa, porque él era físicamente idéntico a Ryan.

Cuando llegamos a su mansión, noté que Dylan sólo se ocupaba de ver mi rostro como si lo deseara, y con autoridad lo escuché decir:

D: Constantemente tendrás que ser mía Galt; cuando cierro los ojos te veo, tu voz aún resuena en mi cabeza, entre mis lágrimas allí te veo y el tiempo parece eterno, pues abarcas cada palpitar de la soledad de mi corazón… ¿acaso podrás llegar a ser sólo mía?

De pronto se me fue la voz y no podía hablar, pero mis sentimientos me traicionaron…

G: Tú sabes lo mucho que sufro Dylan, que es mucho lo que lloro, que ya no sé dónde se alza el porvenir y tú apareces repentinamente en mi alma, ¿qué es lo que deseas oír?

D: Solo déjame borrar tu dolor, Galt.

G: Aún si te lo permitiera, no estarías satisfecho Dylan, ya que tu sabes que no puedo ser tuya del todo.

D: Dime esta vez que no te voy a perder Galt, seré franco también, pues no te pido que me ames, sino que lo intentes.

G: Lo pensaré, cuando tenga una respuesta vendré de regreso a ti Dylan.

Así, cargada de adrenalina, salí de la mansión rumbo a mi casa, donde llegué implorándole a Hades que terminara con mi sufrimiento de amor, ya que esta vida me estaba ahogando, pero Hades solo reía al escuchar tal petición de mi parte.

H: ¿Es que tú no sabes que los siervos de los dioses, no pueden implorarme la muerte? Pero tú tienes tres cosas interesantes Galt, dime si conoces qué es ese olor a praderas.

G: No, mi señor.

H: La primera de las cosas interesantes que tienes Galt, es la cuenca de un Zorro, es decir, su alma; en segundo lugar, tienes los encantos de las Ninfas, pues tu madre era una Ninfa; y, por último, pero no menos importante, es que tienes la protección incondicional de Apolo. Sabes que tú no puedes deshacerte de ellas y yo tampoco lo haré, los hilos de tu vida son dorados cual oro puro, es decir, que eres inmortal y no puedo matar a tal persona solo porque ella tenga un capricho.

Entonces, Hades se disipó en una niebla dejándome aturdida, ahora sé que fracasé y lo inútil que es mi existencia; realmente tendré que elegir entre mis deseos y la pasión que ambos emanan, es algo que pasaba muy a menudo por mi mente y si Eros quería tener un juego limpio, se lo daré y lo confundiré tanto que estimará haber ganado finalmente.

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