—Esto no está tan mal, ¿verdad? —le pregunto a Selene, animada por la suave sonrisa en el rostro de Lucas.
Al principio pensé que era una fachada para esconder su enojo, pero él no se desahoga ni una sola vez.
No me regaña.
No me grita.
Solo asiente. Sonríe. Escucha.
Y lo acepta todo.
—Claro —dice Selene, pero suena evasiva.
Así que cuando Lucas me pasa un vaso de agua y me incita a sentarme en la mesa frente a él, lo hago sin dudarlo.
—Vale —finalmente dice, inclinándose sobre la mesa para mirarme a los ojos—. Dímelo.
Suena como si se estuviera preparando para algo. No puedo culparlo. Yo también lo estoy.
Respiro hondo. "No soy una cambiante normal".
Él asiente lentamente. "Eso ya lo hemos establecido".
Respiro profundamente, buscando las palabras correctas. ¿Cómo explico algo que apenas entiendo yo misma? El poder dentro de mí es como el viento; existe y de vez en cuando se hace notar, pero no puedo buscarlo.
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