—Para alguien que no quiere hijos, la semana pasada me engañaste —dice Selene, bostezando divertida.
—Calla —le siseo, sonriendo a Ivy—. Lo siento por asustarte.
—Está bien —ella hace un gesto con la mano, mirándome con algo de precaución—. Mientras tú estés bien.
Sigo comiendo, intentando mantener la compostura después de ese momento incómodo. Ivy duda, como si no estuviera segura de si debería seguir comiendo también. El silencio entre nosotras se vuelve denso e incómodo. Busco en mi mente algo que decir, pero la tensión es sofocante.
Finalmente, Ivy termina su plato y se levanta. —Bueno, me tengo que ir. Gracias por invitarme.
Me levanto también, insegura del protocolo. —Por supuesto. Gracias por los regalos.
Ella avanza y besa mis dos mejillas, tomándome por sorpresa. —Nos vemos, Ava.
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