—Toda mi vida, me impusieron la posición buscando una buena pareja para convertirme en la Alfa, pero ahora, quieren quedarse con la manada para ustedes —declaró Felissa, despreciando su audacia.
Rosina sonrió al disfrutar de la escena. Ella había preparado los papeles de abdicación, pero eso todavía dependía de Felissa.
—¡Eso era antes! ¡Ahora todo es diferente! —Renata alzó su voz para ganar el argumento inicial.
—¿En qué sentido, Madre? ¿Porque no me casé con el Señor Fabio como querías, o es porque mi pareja, el Señor Vicenzo, no es adecuado a tus ojos? —Felissa preguntó con un gruñido bajo. Odiaba que ese tema siguiera presente después de haber dejado la Manada.
Renata no pudo responder ya que lo que Felissa había afirmado era la exacta razón por la que no querían cederle el liderazgo.
—Supongo que tengo razón —dijo Felissa después del silencio.
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