Felissa se despidió con la mano de sus padres, quienes se alejaban en un carruaje de vuelta a la manada Medianoche.
—¿Cómo te sientes, Señorita Felissa? —preguntó Vicenzo preocupado. Él no sabía lo que había pasado y estaba preocupado por el bienestar de Felissa.
—Estoy bien, por ahora —respondió Felissa con una sonrisa forzada. Estaba encantada de que sus padres no insistieran más en su matrimonio con Fabio. Aun así, estaba segura de que no tardarían en convencerla nuevamente de otro posible matrimonio político.
—Me alegro —declaró Vicenzo de repente y suspiró aliviado. Fuera de su carácter usualmente frío, a Felissa le sorprendió su reacción.
—Eh —Felissa abrió la boca para hablar, pero se escuchó la voz de Rosina en la zona.
—Señorita Felissa —llamó Rosina y caminó hacia Felissa. Al lado de ella estaban Fina y Silvio para atender sus necesidades.
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