Sin saber cuánto tiempo había pasado, Ren Li suspiró suavemente.
—Está bien, sabía que podía mantener este secreto de los demás, pero no de ti. No me extraña que tus compañeros de clase te llamen Tang el Monstruo. Realmente eres un pequeño monstruo —dijo Ren Li.
Ren Li curvó los labios hacia arriba de manera desafiante, un lado de ella que Tang Yuxin nunca había visto, y dijo:
—Sí —admitió—, estoy al tanto de la futura construcción en Qing'an, y también sé qué parte de Qing'an se convertirá en la principal zona urbana.
Las cejas de Tang Yuxin se fruncieron aún más. ¿Llegaría a decirle que era porque había renacido?
—Lo que probablemente no esperabas —Ren Li puso su mano sobre su abdomen— es que nadie podría adivinar... —suspiró, los rincones de sus labios se curvaban con un atisbo de reminiscencia. Pero no era felicidad, tampoco era alegría.
—De hecho, soy como tú en cierta manera, excepto que tú tienes más suerte... tienes un padre que te ama —continuó Ren Li.
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