María sonrió en el espejo ante el reflejo de su doncella.
“Dormí bien. Gracias por preguntar, Sophie”.
Las manos de la criada se congelaron. Ella miró sorprendida a la joven.
María estaba igualmente confundida. “¿Qué pasa, Sofía?”
"N-nunca me dijo eso, señorita".
Una risa salió de esos labios rosados. “Sólo quiero apreciarte. Nunca te he dicho que eres una familia para mí”.
Sophie rodeó los hombros de María con sus brazos. "Eso es lo más lindo que alguien me ha dicho, señorita. Gracias". Sonriendo como una madre, se enderezó y continuó peinando esos deliciosos mechones rojos en un moño.
“Nunca podré hacer un moño como lo haces tú, Sophie. Por favor enséñame para poder ponerlo en la escuela. Es muy cómodo." María giró la mejilla de izquierda a derecha y luego a la izquierda para comprobar el aspecto final.
La criada le devolvió la sonrisa. "Seguro."
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