Levi me toma la mano con fuerza, sabiendo lo nervioso que estoy.
“¿Qué pasará si sale mal?” -digo en voz baja.
Levi besa mis nudillos.
“No lo pienses. Todo estará bien”, me promete.
Asiento, confiando en su palabra. Parece seguro de sí mismo. Como si nada lo intimidara.
Bueno, nada intimida a Levi. Eso lo sé.
Nos dirigimos juntos al gran salón donde se lleva a cabo la ceremonia para decidir su inocencia en base a los rumores sobre él. El gran salón es una sala estilo jurado, con un taburete central y un podio elevado en forma de media luna, donde se sientan los miembros más respetados de cada manada.
Delante del podio, y detrás del taburete para que se sienten los testigos o el acusado, hay una hilera de sillas de madera para los asistentes al juicio.
Cuando entramos, Levi y yo nos separamos, sabiendo que por ahora será lo mejor. En el estrado está mi padre, como representante de nuestra manada, y muchos buenos amigos que son los Alfas de sus propias manadas.
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