—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Greg Jensen, completamente desconcertado.
—¿No tienes ni idea? —se rió Adrián Wright.
—Greg, eres todo un caso, ¿eh? ¿Incluso lograste manejar a la Reina Qin? —se rió aún más obscenamente Spencer Burley, guiñándole un ojo a Greg Jensen.
—¿Reina Qin? —preguntó Greg Jensen, confundido.
—Sí, ¿no sabes el apodo de la Presidenta Qin?
—No —sacudió la cabeza Greg Jensen, indicando que no lo sabía.
—La Presidenta Qin es dominante en sus asuntos, tiene un aire bastante regio y tiene numerosos admiradores, por eso obtuvo tal apodo.
—Jaja, ¿quién lo hubiera pensado? Tantas personas la desean pero no pueden tenerla y, al final, la Reina Qin en realidad cae en manos de Greg.
—¡No digan tonterías, yo no hice eso! —al ver la burla en sus rostros, no pudo evitar fruncir el ceño Greg Jensen.
—Vamos, los hermanos no son tontos, todos podemos ver que la Reina Qin está obviamente ejerciendo los derechos de una mujer de la casa —dijo entre risas Spencer Burley.
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