No siempre Don Denzel recurría a la violencia. A veces, le parecía más apropiado dejar que los malhechores experimentaran las consecuencias de sus actos.
—¿Qué lección se aprendería si los matara o diera la orden de que los mataran? Dado que no tenían la intención de matar a Valerie y Alessia, sino solo de causarles una gran humillación, sería bueno dejar que las dos mujeres la experimentaran.
—De acuerdo. ¿Está reservada la habitación? —preguntó casualmente, dejando a todos desconcertados. Sin embargo, uno de los gigolós respondió a la pregunta.
—Sí —respondió.
Girándose hacia uno de sus guardaespaldas, dio una seria instrucción.
—Libéralos, pero acompáñalos para asegurarte de que cumplan su promesa a esta mujer. Asegúrate de que se vuelva viral —ordenó.
Los gigolós se sintieron aliviados pero no se atrevieron a mostrarlo. El hecho de que sus vidas fueran perdonadas era todo lo que les importaba.
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