Li An'an estaba descontenta.
—¿Por qué no puedo irme? —preguntó.
Chu Yichen alzó una ceja.
—¿A qué te refieres con por qué? —inquirió.
—El mayordomo dijo que cometí un error. ¿Por qué no me echó?
Chu Yichen se inclinó, su rostro frío y apuesto se acercó. Sus profundos ojos estaban llenos de indagación.
—¿Realmente quieres irte tan desesperadamente? ¿Has hecho algo mal? —cuestionó con sospecha.
Por alguna razón, ella provocaba en él sentimientos tan intensos, especialmente cuando se marchaba con tanta desfachatez cada vez.
—¿No dijiste que viniste aquí a trabajar porque necesitabas dinero urgentemente? Tienes padres que mantener y un perro que alimentar. ¿Te vas a ir así sin defenderte? —la insistencia se notaba en su voz.
Li An'an se sentía culpable y no se atrevía a mirar a los ojos de Chu Yichen. Este hombre era aterrador. Parecía haber comenzado a sospechar de ella.
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