Lex no dijo nada y solo miró al adolescente dormido en silencio. El día de su propia boda había tomado un riesgo, no por él mismo, sino por el bien de la Posada, y esto era lo que había recibido a cambio.
Parado allí, frente a Harry, hubiera sido muy fácil para Lex empezar a sentirse patético y recrearse en sus fracasos. Pero, para bien o para mal, la autocompasión no estaba en la naturaleza de Lex. Al mirar a Harry, el ánimo de Lex no decaía, sino que sus pensamientos se aclaraban. Aunque llueva o truene, él le pagaría a Harry.
También miró a Hailey. Cuando Lex escuchó la noticia de que Harry se iba a casar solo pudo pensar en su propio estado de soltería, pero en realidad había estado extremadamente feliz por él. Imaginó lo maravillosa que sería la vida de esta nueva pareja, viviendo en el lugar más seguro y mágico del universo.
Les debía a ambos por no poder hacer realidad esa fantasía. Sus puños se apretaron. Les debía.
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