El corazón de Ren aún latía acelerado, la electricidad de su abrazo persistía en el aire.
Mientras seguía sosteniendo a Evie, una voz interrumpió su momento compartido.
—También estoy aquí, ¿saben? —la voz de Lamir cortó el silencio, con un tono divertido.
La mirada de Ren se desvió, reconociendo la presencia de Lamir, pero su enfoque permaneció en Evie. No podía apartar la vista de ella, no podía calmar el creciente oleaje de emociones que amenazaban con abrumarlo.
—¿Cómo estás aquí? ¿Cómo entraste al juego?
La sonrisa de Evie era una mezcla de felicidad y alivio, una respuesta a la pregunta tácita de Ren. —Es Lamir. Él me ayudó.
La voz de Lamir resonó, interrumpiendo su intercambio. —Así es, todo yo. Pero parece que me están pasando por alto.
La atención de Ren se desplazó hacia Lamir. Por un breve momento, la gratitud centelleó en sus rasgos, su expresión insinuando que no olvidaría esta deuda.
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