Como todos los demás en el Centro Staples, Klaus se quedó hipnotizado mientras Max continuaba lanzando flechas con una cadencia impresionante. Cada movimiento parecía meticuloso y al mismo tiempo rudimentario, porque no era raro verlo fallar al objetivo. Pero aun con una puntería aparentemente inestable, Max estaba acertando sus objetivos con una precisión por encima del promedio. Max sacaba flechas de su aljaba tan rápido que era como una coreografía caótica.
Mientras las flechas cortaban el aire, impactando en los objetivos y colocando a Max cada vez más alto en la tabla, una ola de murmullos y aplausos se extendía por la multitud, todos reconociendo el enfoque audaz de Max y la innegable técnica que tenía. Los comentaristas en la transmisión en vivo también mostraban fascinación.
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