Una amenaza

—Mi encantador primo, es un placer verte —Severus dijo con un puchero en su rostro mientras extendía ambos brazos, buscando un abrazo y un beso.

No hace falta decir que todo lo que recibió fue una bofetada en su rostro que resonó a través del planeta mientras Grisha decía —Tan sinvergüenza como siempre, Severus, es molesto ver que no has cambiado ni un poquito.

Grisha era una hermosa y noble vampira del clan Santo Maximus que solo era un año mayor que Severus. 

Contaba con innumerables logros tanto en el campo de batalla como en la política. Sin embargo, la única mancha en su ilustre carrera fue que alguna vez amó a este idiota de un vampiro llamado Severus Saint Maximus, quien estaba demasiado ocupado persiguiendo el sueño de los ancestros como para prestarle alguna atención real.

Severus limpió la gota de sangre que había escapado de sus labios mientras recuperaba su sonrisa tonta y decía —Viejos calvos ancianos, bienvenidos a mi humilde laboratorio de investigación—.