El salón de invitados de Rebeca era grandioso, digno de la Mansión Bloodwing.
Los pisos de mármol brillaban bajo los candelabros, y grandes pinturas de líderes pasados de la familia Drake adornaban las paredes. Sin embargo, en medio de este esplendor, estaba teniendo lugar una confrontación intensa.
Cuando las puertas se cerraron tras ellos, la fría mirada de Rebeca se encontró con la de Asher, la tensión era palpable —Si tienes algo que decir, dilo. Tengo una multitud de tareas esperando mi atención —dijo ella, con una voz goteando desdén.
El paso casual de Asher y su sonrisa divertida le provocaron escalofríos —Ah, siempre tan ocupada, Consorte Rebeca. Es una maravilla que hayas encontrado tiempo para nuestra pequeña charla —replicó él, acercándose más con cada paso.
Rebeca arrugó la nariz e ignoró sus palabras groseras, sin querer interactuar con él.
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