—Esto es tan dichoso... —Lillian estaba disfrutando del resplandor después de su primera vez con Abadón, su mente en un estado de relajación y euforia tan profundo que ni siquiera podía soñar.
Mientras dormitaba, su conciencia estaba encerrada dentro de un abismo de hermosas nubes flotantes.
Se sentía tan cómoda que no tenía deseos de despertar nunca.
—Es agradable aquí, ¿verdad? —Lillian de repente giró para encontrar al resto de sus hermanas flotando en círculo, luciendo tan tranquilas y hermosas como ella.
—¿Qué lugar es este? —preguntó Lillian maravillada.
—No estamos seguras —dijo Lailah.
—Pero este es un lugar propio de nosotras —agregó Eris.
—Hemos teorizado que, ya que estamos todas unidas como una, este lugar es un espacio compartido donde podemos descansar y regodearnos en la euforia —explicó Lisa.
—Es como nuestro pequeño club privado —comentó Audrina.
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