Lee Sik miró a June y se vio reflejado en sus ojos: roto, perdido y solo queriendo ser amado. Entonces, cantó las palabras que deseó haber escuchado de su padre cuando era joven.
—(Padre)
—Todavía no sé mucho sobre la vida.
—Tú fuiste mi primer hijo; ella fue mi primera esposa.
—Y sé, hijo, no di lo mejor de mí para ti.
—Pero recuerda, esta también es mi primera vida.
Su estilo de canto era poderoso, vibrando con la cantidad adecuada de emoción. Cada palabra se entregaba con una intensidad que buscaba, desentrañando las capas de una historia enterrada hace tiempo.
La audiencia, inicialmente sorprendida por el puente añadido, ahora se encontraba cautivada por la fuerza emocional cruda que emanaba del veterano cantante.
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