—El vestido te queda tan bien como pensé que lo haría —dijo Ian.
Elisa se mordió los labios cuando sintió que la otra mano de Ian había encontrado el camino a su cuello, viajando hacia abajo hasta la columna de su pecho.
—¿H-hiciste tú este vestido? —Elisa tuvo que contener la respiración para poder hablar. Sentía que cada palabra que salía de sus labios se precipitaba, haciendo que fuera ligeramente difícil de escuchar, pero Ian, que había puesto toda su atención en escuchar cada sonido que salía de sus labios, escuchaba bien lo que decía.
—Sí, con tú en mi mente, como siempre lo haces conmigo —Ian miró a los ojos de Elisa, que observaba su mano sobre su muslo y su sonrisa se ensanchó. Le mordisqueó la oreja, ganándose una mirada sorprendida de Elisa y su suspiro escapó en un tono nasal.
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